De un certero bocado, le arrebató el pincel y empujó la escalera que estaba subido pintando la habitación. Con sólo dos movimientos desestabilizó mi vida. Caí de espalda, perdí el conocimiento. Cuando me desperté estaba tendido en una cama de hospital. Desde hace meses estoy lleno de tubos sin poder moverme. El médico dijo que salvé la vida por segundos, las vértebras de mi cuello quedaron pendientes de un hilo fino. Cuando le vi a ella le dije:
— ¿Qué haces aquí? Solo pretendía que te gustara el color de la pared.
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