jueves, 28 de enero de 2021

Microrrelato: Una nueva estancia.


Cuando comenzó la pandemia sobre mediados de marzo acababa de cumplir sesenta y cinco y tuve que cumplir diez meses para poderme jubilar. Desde entonces a estoy aletargada y noto una cierta ceguera en mi mente.  No me concentro en lo que leo y no entiendo lo que leo, se me olvida.  Intento escribir y tampoco me concentro, lo peor no es que no se me ocurre nada de que escribir.
David nos alienta para escribir un relato sobre la ceguera y contar un microrrelato en primera persona. Me pongo delante de la página en blanco  y a ver si soy capaz de escribir algo o si me vienen ideas para poder contarles una historia, aunque sea de 250 palabras. 


Acaba de llegar a una residencia. Durante un día me acompañó una trabajadora de la Once para conocer bien las distintas estancias.

Desde mi habitación en el segundo piso al comedor en la planta baja utilizo el ascensor. Una auxiliar me indica la mesa más cercana a la entrada y me sitúo en la mesa, me siento, compruebo la colocación de los platos y cubiertos, me coloco la servilleta para no mancharme. La enfermera me trae las medicinas, me las da en la mano y me acerca el vaso de agua. Le digo que lo coloque frente al plato a las doce del reloj siempre, yo la cogeré. Me desenvuelvo perfectamente con la comida.

Ayudado por mi bastón intento salir del comedor hacia el jardín, me oriento bastante bien. Una residente despistada se cruzó en mi camino, tropezamos, pude agarrarme a ella para no caer, estuvimos en equilibrio los dos. Me pidió perdón por el despiste. Un aroma sutil de su perfume me trasladó a una mujer delicada. María que así se llama, me agarró por el brazo y me acompañó al jardín.

María es una gran amiga dentro de la residencia. Compartimos muchas actividades y paseos juntos. Ella me cuenta historias que me hace reír. Hacía tiempo que mi vida se había vuelto monótona y solitaria, ella me da esa alegría y me lleva de la mano cada día. Estoy contento porque en este lugar no me encuentro tan solo desde que falta mi esposa hace un tiempo.

250 palabras



sábado, 16 de enero de 2021

Mi primer acercamiento al blog en este año.

Hola amigos os estaréis preguntando por qué tengo abandonado el blog. Por dos motivos:
El primero porque me he sentido sobrepasada por la situación que todos estamos viviendo por la pandemia. Este virus a todos nos está influyendo a unos más que a otros. A mi mucho, a pesar que de momento a ningún miembro de mi familia nos tocado, ni hemos enfermado con el virus. 

El segundo es más alegre ya que el día 26 de diciembre me he jubilado y eso es motivo de alegría. Espero poder afrontar este primer año de jubilada con más  expectativa de futuro. He cambiado de estética, me he cortado el pelo y me he dejado mis canas naturales.

El primer día que me  corté el pelo 


El día  que me jubilé, mi familia me regalo este ramo.

Desde que empezó el año 2020 he estado en mi trabajo de baja con dolor de espalda y lumbar que me ha llevado a coger una baja larga y a tomar unas sesiones de rehabilitación, que  se interrumpieron por el el virus.

En marzo nos confinaron por la llegada de la pandemia de Covid-19. Las noticias nos han bombardeado con malas noticias y mucha gente que cogía el virus enfermaba y moría, sobre todo gente con otras patologías y enfermedades. Yo me vine abajo.

Cuando me dieron el alta de Traumología, me dieron la baja por ser persona de riesgo y estuve de baja hasta que levantaron el confinamiento.

En primer momento estuve activa y me entretenía con pintar acuarelas y dibujos durante el confinamiento.





En la residencia de ancianos donde trabajé entró el virus. Mis compañeras trabajaron con tesón y luchaban para evitar el virus, que se llevó a algunos ancianos. En un principio se protegidas con bolsas de plásticos o lo que cada una podían adquirir.

          

El año para mi ha sido difícil, ya que mi enfermedad de los bronquios no me daba tregua, siempre cuidándome para no contagiarme. 

He pasado mis vacaciones en casa y algún día que otro iba a la playa de Deba la más cercana a casa, siempre que paseábamos procurábamos  no acercarnos a la  gente y con mascarilla. 


La playa que acostumbro a ir, siempre con poca  gente.


Hemos ido a caminar a  varios lugares: Entre Deba y Mutrico hay un bidegorri a la orilla del mar, hemos ido cuando nos dejaban ir a visitar otros pueblos de la provincia. 

Mutrico desde lo alto 


Disfrutar de la playa cuando hacia buen tiempo

Otra playa en la parte de la carretera de Motrico

Otro de los lugares que visitamos mucho fue la Presa de Aixola, son unos cinco kilómetros en su vuelta.



Los paseos y caminatas eran lo que más me distraían y ayudaba a salir de casa, evitando juntarnos con más gente. Otra de la caminata de cada día fueron en obras de este bidegorri, todavía en obras. Nos gustaba ir porque no iba nadie. A ver si va a ser verdad que me gustan ver las obras como a muchos jubilados.

Un bidegorri nuevo entre Eibar y Elgoibar a orillas del río Ego.

El rio Ego se junta con el Deba 

Rio Deba

En octubre pude colaborar con unas obras, en este caso pintadas  en pastel. La Exposición de Socios de Kultu, en la sala Topaleku. Y en diciembre en Portalea con la Escuela de pintura. 

     

El casa me distraía mucho escuchando la radio,  la tv. y música. Era incapaz y concentrarme para  escribir, ni concentrarme en la lectura y ni en pintar, sobre todo no me visitaban los duendes y me invadió la tristeza. Hasta poco he encendido el ordenador y visitado a mis contactos.

Cuando me tuve que incorporar al trabajo, la situación que encontré allí, me superó. Ver el cambio que han tenido las residencias con la sectorización para evitar el contagio. Yo me vine abajo al saber que algunos de los ancianos, ya habían fallecido, unos de muerte natural, otros con el virus. Ver a los residentes, cada uno solo en una habitación. Comiendo en solitario sin poder ir al comedor, la comida servida en táper de plásticos de un solo uso. Nosotras disfrazadas con los Epis, mascarillas, pantallas, atendiéndoles las necesidades básicas, notaba que no nos conocían. Se me cayó el alma y entré en depresión. No fue la mejor despedida para guardar en el recuerdo.

He cocinado cuando me han visitado mis hijos. Las navidades solo hemos estado los cuatro y con  todas  las medidas y precauciones.

El día que me jubilé les hice Bacalao a la portuguesa 

Tartas de manzana




Hemos entrado en el nuevo año con expectativas mejores pero el año ha comenzado de mal en peor: La pandemia se ha incrementado con una tercera ola, por salvar la Navidad, las noticias no son buenas. En EEUU el ataque al Capitolio, la llegada de la borrasca Filomena que ha dejado una gran nevada en parte de la península. A ver como seguimos este año.Hoy en día todavía no estoy recuperada y sigo confinada. No me atrevo a salir ni a la compra. Pero en casa tampoco me motivo con nada. Hasta me parece que estoy atolondrada.

Yo de momento intentando asumir que ya no voy a trabajar y que tengo que crear otras expectativas de vida y disfrutar de mi jubilación.

                         

¡¡Espero que os haya gustado saber!!