miércoles, 29 de diciembre de 2021

Recetas de cocina: Postre de turrón con yogur.



Estos días navideños he hecho un postre ligero y rápido para mi familia. Se trata de un postre de aprovechamiento de un turrón blando.

Postre de turrón con yogur.

Ingredientes:

Una tableta de turrón blando de Jijona.

200 ml. de nata para montar. 

200 ml. de leche.

Medio sobre de gelatina neutra.

Preparación:

Se corta en trozos pequeños la tableta de turrón ( se reserva unos trozos para adornar).  Se deshace con la leche en el fuego suave.  Se le va añadiendo la leche, la nata y la gelatina. Se le va dando vueltas para que  se pegue. Se pasa por la batidora y se echa en copas o vasos. Se deja enfriar, después se le echa yogur natural ( yo le hecho yogures que hago yo casero con la yogurtera) y se adorna con el turrón reservado. 





Depende de los envases a mi me salieron 8 copas.


lunes, 27 de diciembre de 2021

ARRUGAS EN LA SABANA "II Camino al estudio" 4º Cp.

Camino al  estudio


Autobús de línea pintado en acrílico.
                    
                    
Carmina había cogido el autobús como era su costumbre para ir al estudio. En su mente solo cabía en ese momento su amado periodista y despistada se bajo dos paradas antes de la suya.
Cuando se dio cuenta del despiste, el autobús ya había arrancado, pensó —¡Madre mía, como estoy hoy! recordó que en ese barrio vivía Salvador. No se lo pensó dos veces, entró en una cafetería y le llamó por teléfono:

 Pintado a óleo por un amigo pintor Gogénola.

                                    
—¡Diga, sí, quien...! -Ella antes de contestar se aseguró que la voz al teléfono era la de Salvador.

—¡Salvador...! Soy Carmina, ¿podemos hablar?

—¡Si, si! en este momento estoy solo en casa.

—¡Uff... menos mal! -ella respiró tranquila- ya llamaba un poco dudosa. Ya sabes que no me gusta llamarte a casa, prefiero llamarte a la redacción, pero... hoy me ha pasado algo raro, me he bajado del autobús antes de tiempo y estoy en tu barrio, por eso he decidido llamarte.

—¿Puedes bajar a tomar un café, estoy en una cafetería cerca de tu casa.

—Bueno, si quieres bajo pero, como te he dicho, estoy sólo en casa, a estas horas no vendrá nadie.— ¿Por qué no subes un momento?

—¿De verdad, que no irá nadie?,—¿No te importa que suba a tu casa, estás seguro?

—Sí... además estoy deseando verte a solas.

—Bueno... Subiré, aunque sea un momento pero dime... ¿en qué número y piso vives?

—En el quince, sexto, toca el timbre y te abriré la puerta del portal.

Carmina caminó alrededor de dos edificios y buscó el número del portal, se aseguró que nadie pasaba y tocó el timbre. Salvador la esperaba, le abrió la puerta automática. Al entrar Carmina miró a través del cristal del portal, a ver si no había nadie mirando desde las casas de enfrente. No vio a nadie asomado en las ventanas. Se aseguró que nadie la viera entrar en el ascensor. Una vez dentro ella se miró en el espejo, se arregló con coquetería el pelo.


Al salir del ascensor miró de izquierda a derecha para asegurarse que ninguno de los vecinos salían de sus casas y le pillaran in-fraganti entrando en casa de Salvador. Pero no, nadie la vio, Salvador ya tenía la puerta entreabierta y entró.


Se saludaron con un beso en la mejilla. Salvador la abrazó, le enseñó su casa, habitación por habitación, la de sus hijos, su dormitorio, su despacho lleno de libros. Al llegar a la cocina le ofreció un café que ya tenía dispuesto en el fuego y por último, le hizo pasar a la sala. Era una sala muy acogedora, sencilla con muebles clásicos como el conjunto del resto de la casa. Una vez allí Carmina observó unas fotografías colocadas unas sobre la estantería y otras colgadas sobre la pared. Eran de su familia, su hijo con él, sus hijos juntos, su esposa con sus hijos.

Apareció Salvador con el café y unas tazas en una bandeja:

—¿Quieres sólo o con leche?

—Con un poquito de leche por favor -le contestó.

Le sirvió la leche y tomaron sorbo a sorbo el café sin dejar de mirarse, ella agradecida le sonrió le hizo un gesto que a Salvador no le pasó desapercibido.

—¿Qué Carmina estás incómoda en mi casa.

—No cielo, sólo estoy un poco extraña, Quizás sea porque es la primera vez que vengo, tienes una casa muy bonita y acogedora.

   Pintado al oleo 
                                                               

Salvador encendió el cigarro, que acostumbra cada vez que toma un café, no sin pedir permiso a Carmina, ya que ella no fuma y quizás el humo pueda molestarla. El periodista cogió de la mano y la besó.

—Cariño estaba deseando besarte, no sabes la ansiedad que paso sin ti, no sabes cómo te quiero de verdad a veces pienso, ¿Cómo he podido llegar a quererte tanto?


La abraza con fuerza. Carmina hace un gesto de evasiva.

—¡Cariño aquí no! Que puede entrar alguno de tus hijos y además es tu casa y estoy algo tensa.

—Tranquila, que a estas horas es improbable que venga nadie, normalmente a estas horas estoy solo.


Salvador insiste en el abrazo le pasa la mano por la cintura y la estrecha contra su pecho. Ella se resiste pero es inútil, la embriagada mirada de Salvador le atrae lo suficiente como para dejarse llevar por el instinto. Se besan con insistencia, con pasión, con arrebato, saborean el fruto de sus besos y caricias la respiración es cada vez mas excitada. La pasión se desató y cada susurro en el lóbulo de su oreja, cada beso con lengua hizo que la pasión desatara lo que ella no pudo evitar, pero se dejó llevar. Salvador acarició cada rincón de su cuerpo desprovisto ya de la ropa, ni un trozo del piel se quedó sin explorar, sin besar sin acariciar. Ella se quedó desnuda, tumbada boca a bajo avergonzada por al situación un rato en el sofá.

       Pintado al óleo. 

Una vez repuesta, más tranquila y relajada se vistió. Desvió la atención hacia las fotografías que colgaban de la pared y pregunta a Salvador:

—¿Esas fotos son de tu familia verdad?

—Sí claro, son de hace unos años, de cuando los niños eran pequeños. Están sacadas en lugares que hemos ido de vacaciones.


Se levanta y le acerca las fotos que tiene en la repisa.


—Mira aquí estamos Ibai y yo en Donosti. Tenía unos cinco o seis años.

—Y tú muy guapo más joven, y con más pelo - le responde Carmina.


—¿No tienes fotografías de joven, me gustaría ver alguna?

—No, aquí no tengo ninguna, si queda alguna las tendrán mis hermanas, se quedaron en casa de mis padres, bueno… aquí tengo alguna de la mili.


El periodista se levanto, fue a su despacho y trae el álbum familiar, donde le enseña una foto de militar con casco. Bromearon por la pose de la fotografía, le ensenó el álbum de su boda, después de ver unas cuantos fotos. Carmina le dice:


—No has cambiado mucho de aspecto, bueno aquí eres veinte años más joven, tienes el pelo más largo, la moda de los años setenta y ochenta, mira ja, ja, ja los pantalones anchos. Aunque sigues teniendo el parecido, ahora de mayor, estás mucho más interesante.


Salvador le expresa su agradecimiento por su opinión con un abrazo, pero le insinúa su pesar por no haberla conocido en su juventud. Todo hubiera sido distinto, quien sabe, igual el destino no estaba para ellos en la juventud, sino en la madurez, porque el amor no tiene edad.

El tiempo pasó muy deprisa, viendo fotos, charlando y cómo no, dándose un beso de vez en cuando. Saben que cada minuto que pasan juntos tienen que aprovecharlo. Si tuvieran toda la libertad, la aprovecharían, ya lo creo que la aprovecharían. Carmina miró el reloj:


—¡Cielo!, He de irme ya, gracias por invitarme a tu casa he pasado un rato muy agradable.


Se levantaron del sofá, Carmina aprovecho para ir al baño y se despidieron con un monumental beso.


La pintora igual que cuando entró en la casa, adoptó todas las precauciones al salir, cuidando de que nadie le viese. Salió del portal y caminó con prisa, cogió de nuevo el autobús de línea.


 Cogiendo el bus, pintado en acrílico.

         
          
   Continuará...


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Derechos  registrados

Mº Carmen Píriz García - registro: 0910304797905

          

miércoles, 22 de diciembre de 2021

Cocina: Solomillo al Wellington

Os voy a poner una receta muy sencilla que hice el domingo a mi familia. A ellos les gusta mucho y me salió rica. 



Así me ha quedado.


Solomillo de cerdo  ibérico Wellington

Ingredientes:

Un solomillo de cerdo ibérico.

Una hoja de hojaldre.

Unas lonchas de beicon.

Unas lonchas de queso.

Cebolla y un poco de azúcar.

Un huevo.



En este caso  la lámina de hojaldre  fue redondo. Es mejor  rectangular.


Preparación:

Salpimentar el solomillo y se dorar a fuego fuerte en una sartén con el fin de que se selle y no salga los jugos.

En la misma sartén se dora la cebolla picada, cuando esté melosa se le hecha un poco de azúcar y caramelizar. Reservar.

Se extiende la lámina de hojaldre y se coloca las lonchas de beicon. Encima se ponen las lonchas de queso y se extiende la cebolla caramelizada y se coloca el solomillo. Se envuelve en el hojaldre reservando unas tiras para adornar. Se pincha la masa con un tenedor para que no suba mucho.


                                                 


Se unta con huevo batido y se mete al horno previamente caliente a 200º se baja con a 180º y se pone en una bandeja de horno encima de un papel de ornear. Se coloca un poco mas abajo de medio horno. Sobre media hora estará hecho, controlando que se vaya dorando.


Este es un segundo que hice dos.

Las fotos de la preparación son del primero que hice. El hecho es el resultado que me salió este fin de semana ya mejorado.

lunes, 20 de diciembre de 2021

ARUGAS EN LA SABANA I " En la alcoba " 4º Cp.

En la  Alcoba


Abstracto pintado al óleo (50 x100 cms) por Mamen Píriz
                                  

La alcoba separada de la sala por unas puertas correderas de madera plastificada, alberga en el lado derecho un sinfonier con varios cajones, la cama matrimonial con un cabezal  amplio de madera,  las paredes de color blanco,  en la parte alta del cabecero un cuadro alargado con figuras geométricas en colores rosados verdes y grana, a los lados dos cuadros mas pequeños color verde adornan la estancia.

Faltan pocos minutos para la medianoche cuando Salvador ha apagado las luces de la casa, ha abierto la ventana de la sala con la persiana baja y se dispone a desnudarse mientras contempla a su mujer dormida con respiración acompasada.

Extendido en la cama experimenta el placentero alivio de la relajación de las tensiones en el duro pero confortable colchón. Bosteza, a modo de fugaz película, pasa revista a los acontecimientos del día que la somnolencia los va encubriendo como la niebla de un pantano hasta que cae en un profundo sueño.

Al rato muestra un desasosiego que le impulsa a cambiar de postura de izquierda a derecha al tiempo que musita sonidos ininteligibles. Abre los ojos súbitamente y mira el reloj despertador de la mesilla cuyos dígitos color escarlata marcan las dos y veinte. 

Se revuelve en la penumbra azulada que se filtra por los resquicios de la persiana, observa el sueño de su mujer, cuyo sereno rostro se transfigura lentamente en el de Carmina debido a los múltiples elementos subjetivos que condicionan la percepción del periodista que, a partir de ahí, fantasea con la imagen de su amada.

La tiene frente a sí, cubierta sólo por las piezas de lencería negra a juego con su melena azabache, cubriéndole los hombros que le prestan un aire de fragilidad que desata su pasión por ella. Le desabrocha el sujetador y mientras acaricia sus pechos se inclinan abrazados hacia la cama donde prosiguen el juego amoroso entre  besos y caricias por todo el cuerpo. Salvador detiene su fantasía en la imagen del rostro ladeado de la pintora con los ojos cerrados y la respiración entrecortada por el placer. 

Con un movimiento impremeditado, mecánico, introduce la mano dentro del pijama y se aferró a su sexo erecto. Experimenta como nunca la pulsión de masturbarse pero la reprime en un acto heroico ya que le fascina, no sin cierto reconocimiento, la posibilidad de entregar toda la energía psíquica y física a su amada.

En un desesperado intento por recuperar el sueño que ha abandonado la pesadez de sus párpados, estira con cuidado para no desvelar a su compañera de cama el enredado cordón del auricular del transistor de bolsillo que, con frecuencia, le ayuda a distenderse de la agitación anímica que bulle en la memoria cuando ha concluido la jornada. Pulsa el botón del interceptor y al tiempo que se enciende un punto rojo que parece flotar como un lejano planeta en la oscuridad del firmamento, percibe una cálida voz femenina:

Créeme, Susana, no sé qué hacer, me carcome esta situación pues si, por una parte me da lástima mi marido porque creo que no se merece  lo que hago, por otra parte amo con locura al otro, -ha arrastrado las últimas palabras por el efecto de un suave suspiro.

La presentadora sin excesivos recursos magistrales recurre al tópico en tono de complicidad.

    —No has contemplado la posibilidad de separarte?       
   -me parece la única...

 —Todo el mundo me dice lo mismo, -le interrumpe con cierta brusquedad Halo de Luna.

 —He comentado el caso con un psicólogo y una psiquiatra y ellos también entienden que la solución más idónea es la separación, pero a mí los salo-monismos del tipo de todo o nada, lo tomas o le dejas no me satisfacen.

La luna se ha deshecho de la vaporosa protección de una nube filtra por las persianas estrías plateadas sobre las sábanas azules de la alcoba.

    —Latiguillo final que pretende el inicio de una ilusión. -Si alguien que están escuchando este programa puede arrojar desde su experiencia personal o por conocimientos profesionales alguna luz sobre el caso que nos ha expuesto Halo de Luna, le agradecería se pusiera en contacto con esta emisora.

A continuación el programa pasa a ofrecer las melodías del Vals Triste de Jean Sibelius, cuyos sones transportan las imágenes de Salvador a un florido valle, repleto de flores de manzanilla donde sentados bajo la protectora sombra de un corpulento roble, cruza sus ojos con la luminosa expresión de Carmina. 

No se dirigen la palabra solamente se miran sonrientes. El periodista le ofrece una flor blanca y amarilla y ella la recibe sin apartar sus ojos de los suyos. Siguen sin pronunciar palabra, sólo se sonríen se miran a los ojos.

Un lejano cencerro pone el contrapunto al moderado trino de pájaros de  distintas especies envolviendo a los amantes en el misterio de las cosas sencillas. No se hablan. Sólo se  miran... sólo se miran... Se miran...

Salvador se ha quedado dormido mientras el transistor de bolsillo se desliza lentamente por la sábana superior hasta que la moqueta ahoga su golpe contra el suelo.

 Dormitorio para  el cual hice ese cuadro.

                                  

                     



Continuará...

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lunes, 13 de diciembre de 2021

ARRUGAS EN LA SABANA " II El paseo " 3º Cp.

  El paseo

Pintado al óleo (61 x 50 cms.)  por Mamen Píriz


Apenas había pasado unas horas, Carmina se dedicaba a planchar la ropa cuando todavía notaba en un fugaz aroma que emanaba de su pelo, el recuerdo que le transportaba al agradable encuentro con Salvador. Su rostro dejó translucir una leve sonrisa cuando entró su esposo y le dijo:

—Te veo muy contenta- le agarró por la cintura y le atrajo hacia él. Carmina hizo un gesto esquivando el abrazo y se aferró con más fuerza a su quehacer.

—¡Cielo déjame planchar que quiero terminar pronto!

—Él insistió- Noto que estás contenta, no se pareces nada al día de ayer que fue de perros.

—¡Bueno Ayer...! Ayer fue otro día, ya sabes todos los días no son iguales.

Ella intenta disimular y se fue directamente al cuarto de baño a refrescarse ya que notó un ligero rubor en la cara. Volvió a la cocina y siguió planchando.

Su marido, que estaba contemplando desde la ventana el radiante día que hacía le invitó a salir.

—¡Carmina!¿Vamos a dar un paseo por la laguna?

—Cuando termine de planchar, ¿Vale?- Ella aceptó encantada.   
  
Una vez que terminó de planchar Carmina se puso un chándal y se calzó unas zapatillas deportivas. Salieron de casa una vez de comprobar que todo estaba en orden y cada cosa en su sitio, como de costumbre. Fueron caminando dispuestos a gasta sus energías y las últimas horas de la tarde a paso ligero.

Caminaron en silencio un largo rato cogidos de la mano, era una tarde tranquila, el sol ya no calentaba con fuerza, una suave temperatura acompasaba e invitaba al paseo. El esfuerzo de la subida de la sinuosa cuesta asfaltada les hizo detenerse unos instantes al acabar la curva.

Contemplaron el paisaje que a esas horas de la tarde el sol se refleja en las tranquilas aguas del lago. En el agua se reflejan los abetos, los castaños, los sauces, las acacias y la maleza que se asoman en la laguna como si se miraran en un espejo que dejan entrever las distintas tonalidades y formas. A esa hora el atardecer estaba en su máximo esplendor, el colorido de los distintos árboles, el azul del cielo y los rayos del sol mezclados con las tranquilas aguas hacían del lugar un paraíso de paz y tranquilidad.


El silencio se rompía por las pisadas de Carmina y su marido sobre el polvoriento camino que bordea la laguna. Sólo se oían los trinos de los pajaritos y de vez en cuando el canto de algún grillo, así como las voces de Carmina y su marido.

—Cariño, casi se me olvida, hoy han dejado en el contestador del teléfono un recado para ti, un periodista de una revista. Quiere hacerte una entrevista de tu próxima exposición de pintura.

—¡Sí!, y…. ¿no ha dejado su número de teléfono?

—Si, te lo he dejado encima de la librería, ha dicho que te pongas en contacto con él en ese número y que le llames por la mañana en horas de oficina.

—¡Bueno, pues ya le llamaré mañana!

Carmina se quedó en silencio, pensativa, sabía de la llamada de Salvador pero no quiso decir nada. Esa llamada era el anticipo de que Carmina se pondría en contacto con Salvador.

—¿Qué tal van tus cuadros? -le pregunta su marido.

—Bien, ya casi están todos terminados, sólo faltan dar algún retoque a dos cuadros y poner los marcos. La exposición será para el próximo mes.

Siguieron caminando con pasos acompasados y en silencio. Ella estaba en otro lugar en su pensamiento, aunque no dejaba de disfrutar del paseo. Cómo le gustaría dar ese paseo con Salvador ya que a esas horas de la tarde apenas había gente. Soñaba despierta pero, si es consciente que la realidad es otra. La realidad la tenía delante de sus ojos, su marido. Ella también reflexiona sobre el amor que siente por su marido, también le quiere y además han convivido media vida y no es fácil borrarla de un plumazo ni tan siquiera de su corazón.

Carmina se agazapa a contemplar unas crías de sapos que se cruzan saltarines en el camino, son muy diminutos apenas se ven a simple vista.

—¡Mira! cari que criaturas más curiosas, como se esfuerzan en dar saltitos.

—Ya, hay de vez en cuando crías de sapo por este lugar.


Carmina se entretiene mirando los sapitos y se distancia de su marido que sigue caminando a paso más bien ligero y le sobrepasa unos metros adelante. Ella sigue adelante sin esforzarse en seguir, sigue abstraída en sus pensamientos.

     Acuarela  (30 x 40 cms) pintada por Mamen Piriz


 Continuará...






Derechos  registrados

Mº Carmen Píriz García - registro: 0910304797905



martes, 7 de diciembre de 2021

ARRUGAS EN LA SABANA " 1 En la redacción" de 3º Cp.

Redacción del periódico
     
                                                
          En la  Redacción

El local de la redacción es un remanso de paz en este declinante mediodía. El turno de trabajo de la hora del almuerzo lo acaparan Rosa y Eneko que, concentrados en las multifacéticas pantallas, ni siquiera ha reparado en la entrada de su redactor jefe. 


   —¡Hola, chicos!, ¿Cómo va la mañana?


  —¡Salva!, Ha telefoneado el "sheriff" con el encargo de que llames a Donosti- cuando llegues Rosa le ha dado el recado, sin separar la vista del teletipo.


Salvador toma asiento en su despacho separado del resto de las dependencias por una mampara de cristal, busca el número de la extensión del teléfono del director, mientras tararea una conocida melodía de los Beatles.

  —Sí... dígame... -Una voz de agudo timbre casi femenina, suena a la cuarta señal.

   — ¡Buenos días! Argimiro. Soy Salvador de Rabie...

   —¡Ah! ¡Hola!... ¡Chico... llevamos tanto tiempo sin vernos, ni siquiera hablarnos...

   —¿Cómo marchan las cosas por ahí?, - el tono del director es francamente amistoso.

    —¿Qué tal tu mujer y los chicos? 

   —¿Hombre...! sobrevivimos, que en los tiempos que corren no es algo baladí.

    Salvador tamborilea con el lápiz la superficie de la mesa.
    —Y tú ¿Cómo llevas tu dorada soltería?

    —¡Menos guasa, hombre de orden...! Que los dos sabemos muy bien que no hay oro que reluzca en ninguna de nuestras respectivas opciones, -la risita de Argimiro confirma su satisfacción porque entiende que ha devuelto con creces la ironía de su interlocutor. 

  —De acuerdo, de acuerdo... y bien... Qué te parece que vayamos al grano,-Interrumpe Salvador los saludos protocolarios, pues desde que la comunicación el telefonazo de su director intuyó que pretendían enmendarle la plana en alguna cuestión laboral.

 —Eres un excelente periodista, - carraspea la vocecita — nos conocemos desde hace años y sabes que tengo una inmejorable opinión de ti...

   —¡Al grano, Argimiro, al grano...!

  —De acuerdo..., he leído el acta de la reunión del Consejo de Administración del viernes pasado en el que hay un apartado que té afecta. Se refiere a aquella portada en la que concediste prioridad a las matanzas de Kosovo sobre los posibles desastres de un movimiento sísmico, y parece que tu decisión no agradó a los miembros del consejo -hace una pausa escénica y continua...

   —Han juzgado que relegar el terremoto a un plano secundario relevante sí, pero, secundario al fin al cabo, supuso una ligereza por tu parte.

  —Con que esas tenemos, -Salvador se acaricia la frente con el dedo índice.

   —Y, ¿Cuál es tu opinión?

  —El acta añade que, comparadas las portadas de otros rotativos, las ventas del nuestro, pudieron descender hasta un quince por ciento el día de marras.

Salvador molesto por la actitud esquiva, de voz de su amo, del director, endurece la suya. Habla despacio, sopesa cada palabra que brota del fino trazo de sus labios apretados.

  —Tengo muy presente aquella asignatura que cursamos el último año de carrera en la facultad. Se llamaba Deontología profesional. Seguro que la recuerdas, Argimiro, cuando has hecho referencia a la prioridad o no de esas noticias has añadido los calificativos "posibles" al sustantivo "desastres", así pues, reconoces sea a modo de lapsos freudiano, que ese hecho no se ha producido aunque podría acontecer; pero, insisto, -silabea con rabia- ¡no-se-ha- pro-du-ci-do...! Así no es sino un futurible.

Sin embargo, las desgracias de la guerra de Kosovo son bien reales y están presentes y, por supuesto, ese día lo estaban, vaya que si lo estaban.

  —¡Ah! Y no olvides, sea con el recurso a la etimología, que noticias precede del latín notus, es decir, lo ya conocido porque ha sucedido.

   —Ya, después de todo me consideras implicado en el dictamen del Consejo de Administración, - añade con expresión apesadumbrada- acabas de ensartar en tu monólogo el término deontología... 

    — Creo adivinar a qué te refieres...

    —No es difícil, -ironiza el redactor, prolongando su matiz de sequedad.

   —Creo que es oportuno en circunstancias como éstas apelar al sentido ético aplicado a la profesión, en este caso a la periodística. Me hallo más realizado como persona y como profesional cuando narro hechos de trascendencia universal que sirve al lector de soporte para una reflexión sobre el problema del mal.

La hipocresía, la mentira, la violación, la muerte, el morbo, los puros intereses armamentísticos... todos estos ingredientes componen la satánica ensalada que ¡Ojala! Acabara por indigestar a la ciudadanía y concluyera en el vómito colectivo de tanta tontería efímera de los medios de comunicación en general y de la televisión muy en particular...

   —El anuncio de un terremoto que ni siquiera ha sucedido despierta morbo. De acuerdo. Pero a una guerra que está padeciendo se le debe otorgar en los primeros planos el espacio privilegiado que, como acabo de recordarte, conduzca a la gente hacia una reflexión acerca de la sinrazón de la existencia.

    —¡Salva!, -Argimiro distiende su reflexión de voz- ¿no te habías enterado, por un casual, que ha quedado vacante la cátedra de deontología...? 

    —Bromas aparte, ten presente que la mayoría de los prebostes del Consejo proviene de la Banca...

     —¿Qué más quieres que te diga muchacho?

    —Es que vengan de donde vengan, me jode que todo, incluso la labor profesional tenga que girar en torno a los tantos por ciento y nada más...

  —¡Oye!, Me llaman por la línea interior... Tranquilízate, que lo que te he comentado ni siquiera significa por mi parte un toque de atención. Sobra recordarte que estás bien considerado en la empresa... Eso sí, me gustaría almorzar contigo cualquier día de éstos. Me han encantado tus lecciones de idealismo.    
Ha colgado el teléfono.


Salvador se levanta y se dirige hacia el ventanal. Observa en silencio la frescura de las rosas y tulipanes del terruño ajardinado, acariciado por la tibia temperatura. Unos golpes de nudillo en el cristal interrumpen su estética meditación. Eneko entra en el despacho con unos portafolios. Apenas ha saludado cuando el jefe de redacción, sin interesarse por el motivo de su presencia, le sorprende con una inesperada interpelación.


      Bombillas pintado al óleo
                      
                                                              

Continuará...


Mº Carmen Píriz García - registro: 0910304797905





domingo, 5 de diciembre de 2021

Crucero por el Báltico: Museo del Hermitage San Petersburgo

Os hable de que el Museo Hermitage seria un post aparte, pues bien, no  ha sido  todo lo ilusionante que yo esperaba. Es un gran museo y no lo niego. Pero la forma de ver  este museo no me ha gustado nada. Primero cuando íbamos a ir a verlo el guía nos desvió la visita porque con la disculpa,  de  que  ya  había cola, pues nos llevó a su terreno. Nos llevó a una tienda para con la disculpa que allí tendríamos baños gratis pues, primero eso, comprar y, luego ir al museo. Al pagar nos  preguntaron el número del guía (tenía comisión). Cuando  fuimos la cola se había duplicado y tuvimos que esperar a entrar más tiempo. Lo bueno de la cola era que nos enrollamos con un grupo chino que estaba delante de nosotros y se nos pasó el rato por lo menos divertido. Dentro era casi imposible ver todas las salas sin gente. No comprendo cómo un Museo tan importante como este no tenga un orden en el recorrido y cada guía nos llevaba y nos traía sin orden ni concierto. Los grupos no se respetaban unos a otros, las entrada y salidas de las distintas salas a veces eran un caos.  Nos dejaron hacer fotos, creo que por previo pago con la entrada.  Espero poder volver, pero sin este caos, que será difícil. Mejor ir para eso e invierno cuando no haya cruceros.


El Hermitage se encuentra situado en el corazón de San Petersburgo, entre el malecón del río Neva y la Plaza del Palacio.

El Hermitage ocupa cinco edificios unidos (el Palacio de Invierno, el Teatro de Hermitage, el Hermitage Pequeño, el Hermitage Viejo y el Nuevo Hermitage) que forman un hermoso conjunto arquitectónico.

Actualmente el Hermitage atesora más de dos millones y medio de objetos culturales y artísticos de los pueblos de Europa y Oriente desde los tiempos más remotos hasta el siglo XX.

La historia del Hermitage se inicia con Pedro el Grande, cuando adquirió varias obras de arte, entre las que se encontraban David despidiéndose de Jonatan, de Rembrandt y La Venus de Táurida. Se considera que el museo nació oficialmente en 1764, cuando un comerciante berlinés envió 225 cuadros a Catalina II en pago de unas deudas. Al recibirlos Catalina quiso que su galería no fuera superada por las colecciones de otros monarcas y comenzó a comprar casi todo lo que se vendía en subastas europeas.





El Palacio de Invierno, que pasó a formar parte del museo en el año 1922, fue durante dos siglos la residencia principal de los zares. Había sido construido para la emperatriz Isabel, hija de Pedro el Grande, y sus fachadas, el interior de la iglesia palaciega y la majestuosa escalera principal son un raro ejemplo del llamado barroco ruso del siglo XVIII. Sin embargo las salas del palacio son del siglo XIX, pues tras incendio de 1837 se reconstruyeron según la moda de la época. A pesar de que se convirtieron en salas de exposiciones no han perdido todo su esplendor. Lo primero que vimos al llegar fue la escalera principal del Palacio de Invierno, impresionante.

Escalera de San Jorge
            























La primera que nos llama la atención es la escalera de San Jorge que constituye la suntuosa entrada al palacio. Su riqueza resulta extraordinaria con esculturas, mármoles, tallas doradas, columnas policromas, etc. Desde ella, la familia imperial contemplaba la ceremonia del bautismo en el rio Neva. La sala del pabellón servía de paso al Hermitage de Catalina II, en donde la emperatriz exponía su colección de pintura que había reunido a base de comprar las obra a nobles europeos arruinados. 

Sala del trono Pequeño


Comenzamos el recorrido por La Sala del Trono Pequeño, o también llamado Salón Memorial de Pedro I, quien aparece en el cuadro detrás del trono flanqueado por dos columnas de jaspe. Aquí lo que me llamó mucho la atención fue sus suelos hachos con maderas nobles y que bien conservados y limpios los tienen a pesar de los miles de personas que los pisan a diario.





                                           
Galería de la Victoria














Seguimos por la Galería de la Victoria en la Guerra Napoleónica, un pasillo que conmemora la victoria de Rusia contra Napoleón con cuadros de generales varios colgados en las rojas paredes.

Salón de San Jorge

Después llegamos al Gran Salón de San Jorge, el Salón del Trono Imperial, una de las salas más grandes del palacio. Aquí se encuentra el trono imperial con el águila bicéfala, símbolo del estado ruso, presente en el tapiz detrás del trono y en la decoración de las lámparas. Hoy en día este salón se sigue usando para ceremonias de estado.




















Salón de Armas 


Pequeño Hermitage
Mosaico, copia de uno del  vaticano

Todos los palacios comunican unos con los otros. Desde el Palacio de Invierno accedes al Pequeño Hermitage. Este palacio fue construido para la vida privada de Catalina II. El salón que visitamos fue el Salón del Pabellón, decorado en mármol y oro, con impresionantes lámparas colgando del techo y suelos de mosaico.



En él se encuentra el reloj del pavo real, inventado por James Cox. Este magnífico reloj mecánico todavía funciona hoy en día. A cada hora en punto, empiezan a moverse los diferentes animales y el pavo real extiende su cola. Sin embargo, a pesar de que sigue funcionando, está "desconectado". Si lo que se quiere es ver el reloj en movimiento hay que hacerlo un día determinado.

El gran (viejo) Hermitage
       






En este palacio anexo al Pequeño Hermitage los salones están dedicados a la pintura del renacimiento italiano, con obras, entre otros, Madonnas de Leonardo da Vinci, las fotos no salieron bien porque estaba  protegidas con cristal. Cientos de pintura de varios autores y de temática sobre todo religiosa. En esta sala las esculturas que dice que son de Miguel Ángel.









Los techos casi todos eran impresionantes, de la sala pequeña de pintura italiana, iluminada por el techo .
El niño de la espina, me llamó la atención porque en Aranjuez hay una fuente y debe de haber dos estatuas una en Madrid y otra esta del Hermitage. 

  
El único Goya

               
Este cuadro de Rembrandt , dicen que es la joya del museo Hermitage.
David despidiéndose de Jonatan, de Rembrandt, El hijo pródigo, este cuadro como muchos otros casi no nos podíamos ni acercar, los japoneses copaban todos.
 La sala Malaquita 

La más bella de todas es la sala Malaquita; sus columnas, pilastras, chimeneas, lámparas de pie y mesitas están decoradas con malaquita de los montes Urales. El verde vivo de la malaquita, combinado con el brillo del dorado y el mobiliario tapiado con seda de color frambuesa, determinan la impresión fantástica de esta sala.






Sala de la pintura italiana y española 
Un recorrido por la historia rusa a través del arte.
El visitante puede seguir el curso de la historia del estado ruso, en un paseo guiado por las salas del Palacio de Invierno. La influencia de los valores imperiales y de la gloria están, constantemente, presentes en su ornamentación. En la sala de Pedro I puede contemplarse el retrato del emperador con la diosa de la sabiduría que le guía hacia nuevas hazañas y dos escenas del triunfo de las tropas de Pedro I en la guerra contra los suecos. La siguiente sala, la de los Blasones, está presidida por columnas doradas de orden corintio. El emperador recibía a los mensajeros procedentes de las regiones de Rusia, esta sala tiene una superficie de mil metros cuadrados, allí está presente el águila bicéfala, que es el escudo de Rusia, y los escudos de cada una de las provincias rusas.

El Palacio de Invierno era la residencia principal de los zares rusos, cosa que determina su carácter fastuoso, el Hermitage Pequeño fue construido para la vida privada de Catalina II. La emperatriz quería descansar de la vida oficial en un lugar más acogedor. Por ese motivo el palacio fue denominado “Hermitage”, palabra francesa que significa “ermita”, y a él solamente podrían acceder sus invitados personales. La mesa del comedor del Hermitage descendía a la planta baja, con ayuda de un mecanismo especial, allí era preparada por los sirvientes y luego volvía a subirse una vez ya preparada, así se evitaba que la servidumbre importunara a Catalina y sus huéspedes. Este comedor con la mesa levadiza ya no existe; el palacio fue reconstruido en la segunda mitad del siglo XIX y en su lugar hay una maravillosa sala-pabellón adornada con galerías, rejas doradas, mosaicos esmaltados, la denominada “fuente de las lágrimas”, centelleantes arañas de cristal de roca. En la sala se expone también el reloj Pavo real, obra inglesa del siglo XVIII. Cuando el reloj da las horas el pavo real instalado en un roble abre su opulenta cola y da la vuelta mostrándola. Las ventanas de esta sala miran al jardín colgante, dispuesto sobre las bóvedas de la planta baja.

Hacia finales del reinado de Catalina II, la colección del Hermitage contaba con 3.000 cuadros, casi 7.000 dibujos, más de 70.000 grabados y 10.000 piedras talladas, que eran su afición especial. Pero sus colecciones no eran accesibles al público. Ahora visitan el Hermitage unas dos millones y medio personas cada año. Se dice que si una persona dedicara solo un minuto a contemplar cada pieza del museo, necesitaría cuatro años y medio, sin descanso, para verlas todas. Por lo que les recomendamos seleccionen antes de su visita, lo que desean ver. 
















El Hermitage viejo fue construido en la década de 1770 para instalar la creciente colección artística de Catalina II. Ahora en este palacio se encuentran obras de los maestros de renacimiento italiano: se expone Judit, obra maestra de Giorgione, la poética Virgen de la Anunciación de Simone Martín, obras de Fra Angelico y Boticelli... Pero las perlas de la colección son dos cuadros de Leonardo da Vinci: la Madona Benois – correspondiente a su periodo creativo temprano y que representa a la Virgen como a una joven contemporánea del pintor, ataviada y peinada a la moda, que juega con su hija – ya la lacónica Madona Litta, que es por el contrario un trabajo de madurez en que la imagen de la Virgen es el ideal de la belleza física y espiritual. Entre las obras de la célebre colección de Tiziano destaca San Sebastián, pintado al final de la vida del gran maestro veneciano con trazos amplias e impetuosos, realizados no sólo con el pincel, sino a menudo con los dedos, lo que le da una expresión especial. 

Una riquísima colección del mejor arte

En el edificio del Hermitage nuevo encontramos una parte de la colección de los maestros italianos, que fue construido por Nicolas I y abrió las puertas al público hace 150 años. Aquí se encuentra arte italiano de los siglos XIII al XVIII La Anunciación de Martini, La visión de San Agustín, de Lippi, La virgen y el niño de Fra Angelico, El tañedor de laúd de Caravaggio. La única obra de Miguel Ángel, El niño en Cuclillas estaba destinada al panteón de los Médici. 

En las salas grandes, decoradas con vasos de malaquita y lapislázuli, se hallan la exposición de pintura italiana y la colección de pintura española, considerada como una de las mejores fuera de las fronteras de España. En ella se puede ver obras de El Greco, Velázquez, Ribera, Zurbarán, Murillo y Goya. La riquísima colección de los pintores españoles del siglo de oro perteneciente al banquero Coesvelt, reunida durante la guerra napoleónica, llegó al Hermitage en 1814. En esta época las adquisiciones se hicieron ordenadas y el museo compraba las obras que se consideraban imprescindibles para reflejar con plenitud la historia del arte. Además de las pinturas españolas, a principios del siglo XIX se adquirieron cuadros de maestros de los Países Bajos. Esta colección no es grande pero tiene obras maestras de Robert Camping, Roger van del Weyden y Hugo van del Goes. 

En todas las épocas los coleccionistas de Rusia tuvieron una afición especial por el trabajo de los pintores flamencos y holandeses del siglo XVII. Cinco salas del Hermitage Nuevo atesoran obras de Rubens, desde las más tempranas hasta las últimas, célebres retratos de Van Dyck, escenas de caza de Paul de Vos y abundantes naturalezas muertas de Frans Snyders. La colección de pintores holandeses cuenta con más de mil cuadros de todos los géneros. Los lienzos de Rembrandt ocupan una gran sala y dan una clara idea de toda so obra creativa: el retrato juvenil de su esposa Saskia, representada como la diosa Flora, el trágico Descendimiento de la cruz, el penetrante retrato del anciano en rojo… y al final la joya de la colección, el regreso del hijo pródigo, escena evangélica en que el maestro pudo expresar su fe en el bien y en el amor humano.

La colección del arte francés de los siglos XV al XVIII es la segunda en importancia en el mundo después de la del Louvre. Los lienzos de Poussin, Watteau y Chardin se alternan con creaciones de los mejores escultores franceses y una riquísima colección de arte aplicado. Un atractivo especial del Hermitage es su fantástica colección de pinturas del impresionismo y el post-impresionismo francés y de los maestros de principios del siglo XX. Estas obras fueron compradas, y a veces encargadas directamente a los maestros, por los coleccionistas moscovitas Serguei Schukin y Mijail e Ivan Morozov. Los paisajes de Moner y Sisley que revelan el proceso de afianzamiento del método impresionista, en encanto de las imágenes femeninas de Renoir, el halo intelectual de las obras de Cezanne, la expresividad de Van Gogh, la serenidad de los paisajes de Oceanía de Gauguin, la armonía cromática de las numerosas obras de Matisse y de las más de 30 obras de Picasso. 
San Petersburgo y Hermitage, un destino imprescindible para los amantes del arte y la cultura.

Dos video del Museo del Hermitage










¡Espero que nos haya cansado tanta arte, a pesar de ser un poco largo este post!