jueves, 31 de marzo de 2022

Cocina: Empanada de ventresca de atún.

Hoy os pongo una receta muy fácil que hice este sábado. Tenía una hoja de masa para empanada que compré confundida con una de hojaldre. Entonces compré otra hoja de masa para empanada. Como tenía una lata de ventresca de atún, hice la empanada y quedó muy jugosa.


Ingredientes:

2 hojas de masa para empanada.

1 lata de medio kilo de ventresca de atún.

3 cebollas. 

1 pimiento rojo.

1 pimiento verde.

1 huevo. 


Preparación:

Escurrí el aceite que  trae la lata de la ventresca. Puse un poco de aceite de la lata y aceite de oliva en una sartén, piqué las cebollas y los pimientos en juliana y los rehogué toda la verdura hasta que se quedó melosa. Dejé enfriar un poco. Estiré la masa en la bandeja del horno con el mismo papel que trae la masa. Encima coloqué las verduras, encima de las verduras, coloqué las ventrescas según venían la lata escurridas. Tapé con la otra masa y las uní. Hice un agujerito en el centro. Le unté con huevo batido por encima.

Mientras preparaba encendí el horno a 200º y puse la empanada en el centro durante 20 minutos.

Quedó muy jugosa, pero antes de sacarle la foto se me rompió. Cuando la vuelva ha hacer a  ver  si la mejoro y pongo otra foto. 



 

lunes, 28 de marzo de 2022

ARRUGAS EN LA SABANA " Visita al hospital " III entrega del 9º Cp.

              Visita  al  hospital
Enfermera y paciente pintado al óleo.
                                  

Por la tarde la pintora fue a su estudio. En el pasillo en una esquina, encontró el sobre en el suelo. Lo recogió y al ver que estaba dirigido a Salvador lo guardó en un cajón. Se puso a pintar pero, estaba demasiado inquieta para trabajar. Decidió ir al hospital a visitar a Salvador.

Sobre las seis de la tarde cuando llegó. Salvador ya le habían pasado a planta, preguntó en recepción el área y el número de habitación, cuando entró en la habitación, Salvador aún tenía la máscara de oxígeno en la nariz y mantenía la misma postura semi-levantado.

En esa unidad, ya no estaba tan vigilado solo una enfermera muy joven entró a tomar la temperatura, aprovechando que la enfermera salió, les dejó solos, Carmina se acercó a la cama. Le cogió la mano y le dio un beso en la mejilla. La voz de Salvador parecía más vigorosa, mientras sus colores, a la luz de la lámpara, eran casi normales.

Salvador aseguraba que se encontraba francamente bien, sin dolor alguno, e insistió que se levantaría si no fuera porque el médico se lo había prohibido. Sus primeras palabras no fueron para preguntar por su mujer, sino para preguntar por su compañero.

—¿Qué sabes de Argimiro?

—De momento no se nada, me imagino que trasladarán su cadáver en avión.

—Pero ¡bueno! No te preocupes que ya estarán todos los trámites en manos de su familia.

—Supongo que será enterrado en el panteón que la familia tiene en si pueblo natal. Ahora tienes que empezar a aceptar la realidad de su muerte.

Carmina trató de desviar la conversación para que no pensara más en ello.

—Trata de descansar cielo.-le dijo.

Salvador le pidió un poco de agua que ella sirvió cuidadosamente, más como una enfermera que como amante. Después de extenderle el vaso:

—¿Con esto tienes bastante?- preguntó, mostrando el vaso a Salvador-

—De sobra -contestó él-

Carmina se sentó borde de la cama y dejo el vaso de agua en la mesita. En ese momento llamaron a la puerta, era su esposa. Se dirigió a Carmina:

—Los médicos me han dicho que permanezca tan tranquilo como sea posible.

—¡Lo veo bien y tranquilo! Tiene mejor color que esta mañana.

—¿Estaba contigo esta mañana?

—Si, había venido a mi estudio y en el momento de entrar, se cayó desmayado al suelo.

—Enseguida llamé al servicio de urgencias.

—No te conozco ¿ Quién eres?

—Me llamo Carmina, soy pintora y he conocido a tu marido cuando me ha hecho unas entrevistas para la revista.

—En ese momento entró la enfermera de turno para tomar la tensión y la fiebre:

—¿Pueden salir un momento, por favor?

Carmina y Charo salieron al pasillo. Al final del pasillo en la sala de espera en un rincón hay una máquina de refrescos y cafés. Con unas monedas y sacaron unos botellines de agua. Se sentaron en una de las butacas. Charo se refirió a Carmina:

—Creo que no te das cuenta lo enfermo que está. Los médicos me han dicho que permanezca tranquilo. Que le evitemos noticias desagradables. Salvador está enfermo hace muchísimo tiempo y ahora está todo a punto de terminar.

—No piense así mujer - le dijo Carmina.

—Quien sabe, si después de 25 años que llevo casada con él, ahora todo se terminará.

—Habla como si esperara un desenlace. Tan grave está Salvador.

—No, no parece grave lo que tiene. Pero para mí Salvador está muerto hace mucho tiempo.

—¿A qué se refiere, quiere quedarse viuda?

—¡No, eso nunca! -afirmó ella- Echó una mirada a su botella de agua y bebió de mala gana, con ademán de virtuosa solterona.

—¿Por qué?

—Porque lo amo y es el padre de mis hijos -contestó Charo de manera categórica.

—Amar... -musitó Carmina. Sacudió la cabeza perpleja. Se levantó y dio una vuelta por la sala y se sentó en la silla que estaba al lado de una mesa en el centro de la misma.

—¿Lo amas y para ti está muerto?

—Ya te veo sacudiendo la cabeza. No creas que no. ¿Qué sabes tú del amor? -preguntó Charo con desdén. — O acaso ¿Estás enamorada? ¿Te quiere él a ti?

—¡Vamos mujer! -protestó Carmina con suavidad- Sabes que no es así. Charo se levantó del sillón y se sentó en la silla enfrente de Carmina —Tú no sabes nada del amor, porque le das la espalda o le evitas cuando asoma el dolor.

—¡Si, yo sé lo que es el amor! -exclamó Charo levantando la voz- y no soy la única que lo sabe.

—¿Tú sabes, lo que representa el amor? -Carmina preguntó con voz imperiosa- El amor es entrega, es compartir, es sufrir, es gozar.

—No pienso discutir contigo -murmuró Charo- Vaya sorpresa después de todo. La voz de Charo perdió su aplomo ahora. Vacilaba y amenazaba con quebrarse en sollozos.

—¡Bien, Charo! ¿Qué quieres que te diga? Carmina se está quedando perpleja con la actitud de Charo e intenta suavizar la situación.

—Di lo que quiera -exclamó Charo- Dile a Salvador exactamente lo que te acabo de decir.

—Salvador sólo quiere a una persona y esa eres tú. - le comentó Carmina-

—¡Caramba! ¡Qué tierno! ¡Qué conmovedor! - Dijo Charo. ¡Vaya sorpresa después de todo lo que he hecho por él! ¡O tal vez no! -contestó ella, luchando por contener las lágrimas.


A Charo se le notaba nerviosa por la situación que se ha encontrado y Carmina quería dulcificar la situación para tranquilizarla.

—¡Y él por ti! tu crees que él no te ama, pero yo sé que él te ama a ti, estará a tu lado y al lado de tus hijos.

<Los celos son una especie de fe > -Reflexionó Carmina- <Los celos se sirven de la rabia para arañar, de la inseguridad para tambalearse, del miedo para derrotar>


Se hizo un silencio entre las dos. Carmina bebió un trago de agua y la miró. Se dirigió a ella:


—Creo que no te das cuenta de lo que te quiere Salvador. Cuando se recupere deberías ir con él y tu familia a algún lugar, a descansar, a pasar unos días juntos. Debes de descargar toda esa ira que tienes contra él y trata de ver las cosas desde el punto de vista que yo te digo:

—Ahora él está enfermo. Los médicos han dicho que permanezca tan tranquilo como sea posible. Le han prohibido todo lo que le pueda agitar y preocuparle. Necesita descansar.

—Él me odia y todo el mundo me odia.- Dijo Charo desconcertada.

—¡No, no tanto Charo! -Carmina le cogió la mano para tranquilizarla. -Le dirigió una sonrisa dulce y absolutoria pero no tenía la menor idea de cómo le había ido su vida con Salvador.

—Ella retiro la mano, -tú me mientes crees que yo soy egoísta y dura, pero en el fondo no me importa que él me deje.

—¡Si! comprendo lo que quieres decir, pero la culpa es tuya-

—Sea de quien sea la culpa -espetó Charo con amargura- Yo soy quien carga con las consecuencias. Todo va de mal en peor.

—¡Ojalá pudiera ayudarte! -Dijo Carmina.

—Nadie puede ayudarme -sollozó- Sólo él y ahora, vete por favor, te lo ruego.


Carmina titubeó un momento antes de dirigirse a la puerta, y se volvió. Charo se puso de pie. Le temblaban los labios.

—No debo llorar. No puedo presentarme ante mi marido con los ojos enrojecidos. -Sé auto convenció-

—No te preocupes- añadió Carmina. -Salvador no va a morir por esto y el te ayudará.


—No, respondió ella. Porque cuando se encuentre bien, no querrá hablar de esto. La única ocasión buena para que le diga la verdad a Salvador es cuando sufre y sienta una honda lástima de sí mismo. Tú no le conoces como yo. Cuando se siente bien su corazón es de cemento.

—Charo... Yo le conozco poco, pero desde el primer día que vino a hacerme la primera entrevista y le conocí, me parece un hombre bastante fuerte, muy comprensivo, muy sensible y parece cariñoso.

—¿Cariñoso?- Será contigo porque conmigo hace tiempo que no es cariñoso. Hace tiempo que no hacemos el amor. Claro... te hará el amor a ti.

—Charo empezó a mover la cabeza y los brazos espasmódicamente, como si se librara de ataduras invisibles que la frenaban.

—Hay algo que puedo decir de él -añadió Carmina- Tu marido me aprecia y admira mi obra. La relación que tengo con él es de amistad y trabajo.

—Entonces ¿Qué hacía en tu casa esta mañana?

—¡En mi casa, no! Estuvo en mi estudio. Viene a menudo, porque estoy haciéndole un retrato. Para ti, para regalártelo a ti. -le refirió Carmina.

Súbitamente recobró el dominio de sí misma. Permaneció totalmente inmóvil, apoyada en el respaldo de la silla, con la mirada fija, firme en Carmina.

—Charo, preferiría que reserves lo que sabes del retrato. No le comentes nada a Salvador y recibe el retrato de regalo, como una sorpresa. No tienes paciencia -le dijo Carmina- ¿Por qué no considerarlo con calma?- La pintora miró le reloj y dijo;

—Ahora es muy tarde. Bueno, me tengo que ir. Despídame de su esposo. Deséale una pronta recuperación. He pasado un día muy movidito y, estoy cansada y nerviosa. De manera que he de irme a casa y descansar. Buenas tardes -murmuró- ¡Hasta mañana! Le llamaré a ver cómo ha pasado la noche.

Abrió la puerta y cerró con cuidado que daba al pasillo, y salió del hospital. 

 El hospital  cogido de la  red si su  autor lo desea lo puede  retirar
        
  

    Continuará...

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lunes, 21 de marzo de 2022

ARRUGAS EN LA SABANA " Se desmayó" II entrada del cap. 9º .

     SE DESMAYÓ

Escaleras estudio de Carmina
                                                 
  
Salvador se levantó y decidió ver a Carmina. Ostentaba zapatos lustrosos y se peinaba apresuradamente. Salió deprisa de su casa. La mañana estaba oscura, ventosa y la lluvia caía copiosamente. Iba en mangas de camisa,  las gotas de lluvia le mojaban. Pasó antes por el despacho, llamó por teléfono a Carmina y supo que estaba en el estudio. Abrió el cajón de su mesa y cogió el sobre con el vídeo.

La escalera se hallaba sumida en la oscuridad y una ráfaga de lluvia entraba por el cristal roto del rellano apagando las cerillas que Salvador prendía para orientarse. Pasó cerca de una pareja que se abrazaba en la oscuridad, y la risa suave de la muchacha le persiguió escaleras arriba cuando tropezó con un peldaño. Por fin llegó, jadeante, y agotado ante la puerta de la pintora. Pulsó el timbre con impaciencia. Al oír que se acercaba, soltó el botón. Carmina abrió la puerta, su oscura silueta se perfilaba contra la luz mortecina colocada muy arriba, en el techo del pasillo.
Salvador entró con el sobre en la mano, se quedó detenido en el pasillo, permaneció totalmente inmóvil y luego se volvió paulatinamente hacia ella. Tenía los labios lívidos. Se llevó la mano al pecho y....

—¡Salva, Dios mío! -exclamó, con voz que no parecía la suya-

—¡Ay! ¡ Qué dolor! ¡No puedo respirar!

En un instante cayó desplomado al suelo.

Carmina le agarró, sosteniéndole por debajo de la espalda, mientras la cabeza caía sin apoyo. Cogió un cojín que se lo colocó debajo de la cabeza y rápidamente llamó a un Centro médico. 
Una ambulancia medicalizada llegó enseguida con un médico y una enfermera dándole los primeros auxilios. Salvador vino en sí, se quejaba de dolor en el brazo y opresión en el pecho. Le dieron una pastilla debajo de la lengua y le administraron oxígeno. El médico con su bata blanca permaneció un rato auscultando a Salvador, mientras la enfermera tomaba los datos, preguntando qué había pasado.
Decidieron trasladarle al hospital, tenía todos los síntomas de un infato.

—¿Es usted su esposa? -le preguntó la enfermera-

—¡No!, Soy una amiga, le daré el teléfono de su casa para poder avisar a su mujer. En el hospital volvieron a examinarle y le hicieron todas las pruebas necesarias. Mientras Carmina esperaba en la sala contigua en urgencias. El médico después de media hora salió y se limitó a afirmar que Salvador se encontraba bien, estabilizado y consciente.

—¿Puedo verlo? -preguntó Carmina.

—¡Sí! sólo un rato de momento no puede recibir visitas, pero él preguntó por Ud. espere un rato en la sala, enseguida pasará a verlo unos minutos.

Carmina estuvo un cuarto de hora en la sala. Le llamó la enfermera:

—Puede pasar a verlo. pero solo unos minutos.

Entró en boxes. cerrando la puerta tras sí. A un lado del lecho aparecía una luz amortiguada y en la penumbra de un rincón de la habitación la presencia de una enfermera sentada. Debajo de la sabana el cuerpo de Salvador parecía infantil y frágil sobre la cama. Tenía un resuello ronco e irregular. Si aspecto era patético. Tenía un máscara sujeta en la mejilla. Al entrar Carmina y colocarse cerca de él, Salvador agitó casi imperceptible los dedos de una mano en señal de saludo.

—No debes preocuparte de nada, estás en buenas manos, te atienden los mejores médicos del hospital. Todo se arreglará.-Le susurró Carmina-

Salvador emitió un sonido que Carmina tomó por una sonrisa. Se percibió como un crujido en el lugar donde estaba la enfermera, la media hora pasó rápido.

—Señora debe de salir, no se puede fatigar el enfermo. -Le indicó la enfermera.

—¡Un minuto! un minuto más, para despedirme por favor.

Carmina le dio un beso de despedida en la mano. Y Salvador le suplicó:

—¡No me dejes!

—No, no te dejaré, vendré a la tarde. Y ahora más vale que descanses.

Él se agarró a la muñeca de la mano de ella, sus dedos ligeros se desplazaron hasta su mano.

—Una cosita más, -insistió Salvador-

—Siss... -dijo la enfermera desde el rincón y se levantó de su asiento: -Debe descansar, indicó al enfermo-

—¿Has avisado a mi casa?

—Si, ya han avisado.

—¡Salvador!-ordenó la enfermera señalando a Camina con la cabeza que se marchara.

—Tiene que dejar marchar a su amiga. Y ahora tiene que estar tranquilo.

Salvador volvió la cabeza en la almohada y Carmina abandonó la habitación.

En la entrada del hospital la pintora se cruzó con Charo. No se conocían personalmente, pero Carmina la reconoció por las fotografías que había visto de ella. Pasó sin decirle nada. Salió del hospital, cogió el autobús de línea y volvió a su estudio.

Su esposa preguntó en recepción por Salvador. Y allí le indicaron la unidad en la que estaba. Todavía seguía en urgencias. Charo habló con el médico que le atendía y le puso al corriente de la situación.

—¿Es usted su esposa?- preguntó el médico-

—Si, ¿por favor me puede decir que le pasa a mi marido?

—¡Bien señora! Su marido ha tenido una crisis de angustia, pensábamos que se trataba de un infarto al corazón pero, las pruebas nos remiten a algo más leve, por ahora. Su marido ha sufrido un impacto que le ha llevado a este estado de ansiedad.

—Si, ayer recibió la noticia de que han asesinado a un buen amigo en Albania. Y eso ha podido ser el detonante.

—¿Quién lo trajo?,

—Lo trajo una ambulancia medicalizada desde un lugar donde dieron el aviso.

—¿Puedo pasar a verlo?

—Si, pase por favor.

Charo pasó al Box. La enfermera seguía sentada en el rincón. Salvador estaba con los ojos cerrados y respiraba tranquilamente a través de la máscara de oxígeno. La enfermera musitó en voz baja a Charo que no hablaría que se acababa de dormir. Ella preguntó a la enfermera si se podía quedar ella a acompañarle. Esta le dijo que dado que estaba en observación tendría vigilancia las 24 horas siguientes. Le sugirió que se fuera a su casa y volviera por la tarde.

Carmina descendió del autobús. Arrugó el billete del bus y lo tiró. Pensaba hacer algún recado. Consultó su reloj y se dio cuenta que era muy tarde. Habían pasado toda la mañana en el hospital pendiente de Salvador. Y se había olvidado de la hora. Se moría de hambre, fue a su casa y preparó la comida. Con sus hijos procuró disimular lo acontecido. Cuando llegó su esposo le refirió las noticias de los periódicos:

—Carmina ¿has leído hoy el periódico?

—No, no me ha dado tiempo a leerlo, me fui temprano a mi estudio y hoy no he leído.

—¿Ni has escuchado la radio?

—No, no he oído la radio, puse música toda la mañana. -Carmina trataba de disimular-

—En todos los periódicos dan la noticia de la muerte a tiros del periodista que conocimos el día de la inauguración en Donosti. El jefe del diario El Cultural.

—¡Cómo dices! -trata de disimular- ¿Qué han matado al Sr. Argimiro?

—¡Eso mismo!, Eso son las noticias del día.

—Carmina, lo mataron ayer en Albania, en una emboscada, a él y a dos soldados españoles.

Carmina a pesar de saberlo no tuvo tiempo de pensar en Argimiro sino en su amado que estaba en el hospital.

             
   Pintado al óleo  
                                                  



  Continuará...


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lunes, 14 de marzo de 2022

ARUGAS EN LA SÁBANA "La guerra se llevó a su amigo" Iª entrega del 9º Cp.


 Foto de guerra cogida de internet. 

Habían pasado dos semanas, una vez acabada la jornada en la redacción Salvador estaba ordenando su mesa. Por la pantalla asoma un teletipo de la agencia Efe.

<Emboscada en Albania, fallecen dos soldados y un periodista español>, en la región de Tropoje, en la frontera norte de Albania, cuando me encontré en el medio de tiros de kalashnikov de bandas mafiosas y miembros del Ejército de Liberación de Kosovo (ELK).

No indican los nombres ni documentación alguna, Salvador llama a Rosa:

—¡Rosa! Ven rápido, mira esta noticia, vamos a averiguar de quien se trata, llamaremos a la agencia.

A Salvador le dio un vuelco el corazón, sus manos le temblaban, y su semblante pálido contrastaba con el color moreno de Rosa. Se confirmó el presagio, se trataba de Argimiro. Ya no había duda. Su Jefe había fallecido. Rosa nerviosa, salió a prepararse una manzanilla en la máquina del pasillo.

Salvador como pudo y por inercia telefoneó a su amada:

—¡Carmina, cariño! Con voz temblorosa espetó; ¡A mi jefe, le han matado!, lo dice el teletipo.

—Salvador apenas podía sostener el teléfono.

Carmina Insiste a Salvador:

—Habla muy despacio y con claridad. ¿Qué es lo que han dicho en el teletipo?

—¡Le han matado, le han matado! ha muerto en una emboscada.

—Pero... Salva ¿A Quién han matado?

—A mi jefe, a Argimiro ¿No lo sabías? ¿No has visto el telediario?

—No, respondió Carmina-

—Ahora escúchame... voy a colgar, te llamaré mañana...

—¡Salva! -Dijo Carmina desesperada espera un momento, tengo que hablarte-

—¡No puedo! ¡No puedo!-contestó muy afligido Salvador y colgó el teléfono.

Su atenazada y dolorida garganta no le permitía emitir ya ningún sonido. Se quedó mirando el aparato fijamente un largo rato, sentía ganas de llorar. Si pudieran derramar lágrimas sus ojos se sentirían aliviados, pero no podía llorar. Lo único que podía hacer era permanecer sentado y con las manos sobre la cara, cabizbajo, meditando.

Entonces recordó el sobre que le había entregado Argimiro en la inauguración, un día antes de partir para Kosovo. Lo había guardado en el cajón de la mesa, bajo un montón de folios en blanco. Durante un instante dudó en cogerlo. Lo abrió, y en él había una carta dirigida a Salvador y una cinta de vídeo. Deliberó consigo mismo, si verla o no, o lo aplazaría para el día siguiente. Hasta dudaba si tuviese fuerzas para levantarse hasta la mesa de la televisión y poner en marcha el aparato. Colocó la cinta en el vídeo y cogió el mando. Se sentó en la silla sin soltar el sobre. Dentro había una carta que decía así:


Salvador, si estás  leyendo esto, es que no he vuelto de Kosovo. Repetidas veces he presentido mi mala suerte, pero si he regresado sin que me ocurriera nada, la abriría contigo. ¡Ojalá!  suceda lo mismo en esta ocasión, y podamos los dos juntos ver la cinta. Si no es así, coge la película y mírala tú. Cuando le hayas visto te darás cuenta que te he salvado de una situación desagradable a la vista de la gente que te pueda conocer. Aunque muy agradable para ti por lo que se puede contemplar. Cuando té vi con esa mujer, presumí en ti un cambio importante y me dije; esta mujer formará parte en la vida de mi compañero. ¿No sé si os disteis cuenta ayer que había unas cámaras por el paseo? con la gran suerte de que eran de nuestra empresa y pude ver yo mismo de primera mano el reportaje. Así que guardarla o deshaceros de ella, según te apetezca.
 Querido compañero, con mis sentimientos más queridos. Tu amigo:
                                                                      Argimiro

Salvador arrugó la carta entre sus manos y la colocó sobre la mesa. Se puso a ver la película. Aparecían en el paseo de la playa cogidos de la mano, dándose un beso en el momento que les captó la cámara. Guardó la cinta en el cajón bajo llave y se fue a su casa.

En casa le esperaba su esposa que ya se había enterado de la muerte de Argimiro. Él, sin decir palabra, se retiró a su dormitorio. Retiró las sábanas doblándolas en un nítido triángulo blanco a la luz de la lámpara de la mesita de noche. Se encontraba demasiado fatigado para desnudarse, se descalzó trabajosamente con movimientos rígidos y doliente, apagó la luz. Pero no lograba conciliar el sueño, los recuerdos de Argimiro le atropellaban en la cabeza:
<Celebraremos mi regreso junto, como otras veces> -recordaba Salvador-

—Quizá, no debí dejarle ir, debí obligarle que se quedara. Quizá tuve que insistir mas a que se quedara...

Tendido en el lecho, trataba con los ojos cerrados, de hacerse a la idea de que nunca más sonaría el teléfono para oír la voz ruda de Argimiro.


<Me encuentro de nuevo en la ciudad, ven y tomaremos unas copas juntos>
¿Cómo puedo no aceptarlo? El más cabal de los profesionales, con sus aptitudes lingüísticas y su constante ir y venir del extranjero, siguiendo los conflictos de los diversos países. Espectador de la violencia. Pero, no existe ningún método infalible para permanecer indemne de las atrocidades. Salvador fijó la vista sobre su mesilla y se quedó dormido.

Creyó oír el teléfono en sueños, pero al despertarse, la habitación estaba silenciosa. Se levantó y fue al cuarto de baño, se lavó las manos y la cara y se secó con una toalla. Volvió a la cama de manera que mientras dormitaba agitado, se le antojaba estar ahogándose en el mar, que Carmina lo rescataba. A la mañana siguiente recordaba un sueño breve. Se oía la voz de una mujer, ligera y clara que decía:
Je’t aime, je’t aime, je’t aime...


 Foto de Guerra cogida de internet.
   
Las fotos  si su autor las quiere  las puede retirar de este  espacio.

          Continuará ...

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domingo, 13 de marzo de 2022

Exposición de Txaro Arrázola en el Museo Artium de Vitoria, con la Escuela de pintura y cerámica día 11-3-2022

Estuvimos la Escuela de pintura y cerámica el día 11 visitando dos exposiciones en el Museo Contemporáneo Artium en Gazteiz.


El grupo ante la puerta del Museo Artium.


Vimos obras de la artista Txaro Arrazola de Vitoria donde mostraba una magnífica explotación, como la llamó ella.

No deja de ser paradójico que <explotar> tenga tres acepciones en español: extraer de la tierra su riqueza, utilizar abusivamente de las que acercarnos a la idea de para proponer conexiones entre ella son provecho propio el trabajo o las cualidades de otra persona y explosionar, hacer explosión. El título de esta exposición juega con esas tres acepciones del verbo para proponer conexiones entre ellas desde las que acercarnos a la idea del paisaje contemporáneo de la obra de Txaro Arrázola de Vitoria-Gazteiz, 1963.

Obras textiles.
 
La exposición una magnífica explotación reúne una amplia selección de pinturas de la serie paisajes sociales de Txaro Arrazola viene produciendo desde que, en 1993, hizo unos primeros dibujos del  paisaje que ofrecía la vista desde la gran ventana de su estudio en una antigua fábrica del entonces ruinoso barrio de Bushwich, en Nueva York. Este mismo año confeccionó una serie de patchwors que consideraba pinturas extendidas. Se trata de piezas elaboradas con ropas de segunda mano, compradas en tiendas del Salvation Army, sobre las que transfirió o revelo sobre tela, imagines del entorno cotidiano.

Vistas desde la ventana. 

La elección de representar tanto la ventana como la vista desde la ventana de su estudio neoyorquino, situado frente a un cementerio de coches, es una declaración de calado artístico y político. En adelante, esa técnica, la pintura, y ese formato a gran escala, convertirán la serie en un aparato discursivo, una ventana para contemplar las ventanas y el mundo que vemos a través de ellas. Más aún, Paisajes sociales también es un alegoría de la ventana al mundo de Txaro Arrazola.


Sus dibujos del natural son sustituidos por como referente de sus pinturas por imágenes, que extraerá de periódicos y revistas que, a menudo, plasmará a escala real para colocar a quien observa en primera línea de los lugares representados.


Arrazola irá produciendo inquietantes paisajes contemporáneos de diversos puntos del globo que muestra todos tipos de destrozos provocados por la acción directa: derrumbamientos, escombros abandonados, accidentes, escenas tras actos de terrorismo...

Tiendas de campañas de refugiados.
O por acciones indirectas, como devastadoras consecuencias del cambio climático. Paisajes que muestran situaciones de extrema pobreza extrema, favelas, campamentos de refugiados de guerras o de migrantes por razones climáticas o económicas. Son pinturas con muy poco color, sombrías o directamente negras, que describen un mundo infeliz, en las que nunca aparecen personas.

Una muestra de campos de  refugiados.

Nos muestra la forma de vida de las personas que viven en la pobreza y la miseria.

Poblados de  chabolas y favelas.

La destrucción de guerras o fenómenos atmosféricos.

Desastres climáticos.

Una magnífica explotación también tiene en cuenta las pinturas que compones los Paisajes sociales responden de formas distintas dependiendo de la distancia a la que se las observa. Una mirada cercana permite apreciar la expresividad de las pinceladas y muestra el interés de la artista por la gestualidad de la pintura expresionista y abstracta.

Lamentablemente, hoy igual que hace 30 años, las obras mantienen una rigurosa actualidad. Los paisajes sociales de Txaro Arrazola siguen siendo un paisaje cotidiano demasiado familiar.

 He reducido el escrito de Xabier Arakistain

miércoles, 9 de marzo de 2022

Receta: Tarta de Zanahorias.

 Tarta de Zanahoria

Este  año para mi cumpleaños les hice a mi familia una tarta de zanahoria. Hacía mucho tiempo que no la hacía y la tenía olvidada. 




Ingredientes:

Un kilo de Zanahorias.

Un paquete de sobaos 12 unidades.

150 gr. de azúcar.

 Una ramita de canela.

Un paquete de coco rallado de 80 gr. 

Un paquete de almendras troceadas de 80 gr. 

Preparación:

Se cuecen las zanahorias cubriendo con agua y se le añade el azúcar y la canela. Cuando estén blanditas se escurre el almíbar y se reserva. Se aplasta con un tenedor y se mezcla el coco, reservar un poco para adornar por encima. 



En un molde cuadrado se cubre con papel trasparente para poder desmoldar la tarta y se va cubriendo con una capa generosa de la mezcla. Se coloca encima  los sobados cortados por la mitad. Se untan con el almíbar  empapando bien para que quede jugoso. Se coloca otra capa de la mezcla de zanahorias y se le hecha por encima las almendras picadas. Otra capa de sobados y se bañan en almíbar. Otra de  zanahorias y otra de sobaos hasta acabar toda la mezcla. La base se termina con sobaos por la parte de arriba para la base de la tarta y se unta de almíbar que con la parte que queda encima de la zanahoria.

Se envuelve con el papel para que se quede uniforme. Se mete en el frigorífico unas 5 horas y se desmolda. Se le hecha por encima resto del coco y almendras. Se queda muy jugosa y rica.


Podéis ver la celebración en otro post pinchando Aquí


 ¡¡ Espero que os  guste!!

lunes, 7 de marzo de 2022

ARRUGAS EN LA SABANA " La exposición IV entrega del 8º Cp. "

Exposición de la pintora.
                                           
Salieron del hotel hacia la sala de exposiciones. A esa hora circulaba poco tráfico. El automóvil pasó como una exhalación ante el oscuro y desmoronado túnel que quedaba esporádicamente suspendido en el acuoso reflejo de los faros. A la luz del sol la piedra era perceptible, testimonio de la división de los dos paseos, el de Ondarreta y la Concha.

No tardaron mucho en llegar, entraron en un garaje debajo de un dilatado edificio de casas. Todas las cortinas aparecían echadas, pero brillaba una luz al un lado de la puerta. Pulsaron el timbre. De dentro llegaba un sonido de una orquesta de Jazz. El comisario de la sala les abrió.

— Carmina!, Buenos días, pasen, -dijo el joven-.

Dejó el bolso posado en una silla dorada decorada con un brocado, pareja de la que flanqueaba la puerta del amplio vestíbulo de mármol. Ahora la música aumentaba de volumen, un radio cassette tocaba la canción; CAN YOU FEEL THE LOVE TONIGHT...

 Árbol genealógico, técnica mixta(60 x 60 cm.) pintado por Mamen Píriz.

El comisario no se interesó por el nombre del periodista. Abrió las puertas de par en par y con un gesto con la mano indicó a Salvador que pasara.

Ella vestía un traje negro con una blusa negra con acentuado escote de forma ovalada. Salvador bestia pantalón vaquero con una camisa de color azul claro.

Carmina le presentó a Salvador al comisario, se saludaron con un apretón de manos, como si ya se conociesen. Se encendieron todas las luces y focos dejando a la vista todos los cuadros colocados armoniosamente. La sala se quedó muy iluminada, la luz resaltaba la belleza de las pinturas. Había rosas dispuestas en todas partes, en esbeltos búcaros dorados. La pared de enfrente la encabezaban tres acuarelas de colores suaves con reflejos pintados con mucha abstracción.

   La exposición el día de la inauguración. 

En la sala entraron dos jóvenes con traje oscuro. La pintora los saludó dirigiéndoles una sonrisa y esbozó un ligero gesto con sus largos dedos en señal de bienvenida. Después entró una joven que vestía unos apretados pantalones verdes y una blusa negra cerrada hasta el cuello, con un collar de perlas verdes del mismo color que el pantalón, saludó a los jóvenes que apenas le hicieron caso. Sus oscuros ojos protegidos por largas pestañas miraron a la pintora con indiferencia. Se dirigió a la mesa de cristal que se hallaba en un rincón de la sala, que hacia de barra donde estaban los vinos. Cogió un vaso y se sirvió un vino blanco, que llevo a su boca y de un sorbo terminó con el contenido.

A cada momento, entraba más gente en la sala. Amistades de Carmina, amigas de sus amigas, más una pandilla de colegialas, unos cuantos pintores, y un corrillo de jóvenes franceses, que se dedicaban a mirar a las colegialas sin importarles un bledo el resto de los invitados, ni prestar atención a los cuadros. También asistió un médico amigo de Carmina que habita en Donosti, el cuya amistad les viene de lejos, ya que se hace cargo de la enfermedades de la familia. Los invitados cambian de lugar sin cesar, unos miran las obras de arte y otros se dirigen a la mesa donde está en ágape.

  Compañeras de trabajo de la pintora le regalan flores.


El marido y los hijos de Carmina acababan de entrar en la sala. Los chicos le traen un ramo de flores. Buscaron a su madre a la que la descubrieron en la salita posterior, hablando con varias personas sobre un cuadro de mucho colorido. Ella orientó su mirada hacía un grupo de tres hombres que estaban de pie al otro lado de la sala y no se percató de la entrada de su familia. Ellos, que sí la vieron se dirigieron hacia ella y le ofrecieron el ramo, dándole un beso. Su marido la besó y la felicitó por lo bonita que quedó la exposición. Mientras Salvador se le acercaba, Carmina le sonrió y con un gesto le presentó a sus hijos y su marido. Después se fueron hacia la mesa de los vinos y se sirvieron unas copas. Con la copa de vino en la mano, Salvador se fijó en un cuadro de mil colores azules y ocres que representaba una marina del monumento a Chillida. Inconscientemente, le vino el recuerdo del rato que pasaron el día anterior, ante ese lugar, como en una película. Carmina le miró adivinando sus pensamientos, le sonrió y el fulgor de su sonrisa le conturbó.

 De la colección Nubes de Colores II pintado al óleo( 130 x 97 cm) Mamen Píriz.

Un poco más tarde entraba en la sala Argimiro, el jefe de Salvador. Es un hombre joven, corpulento y lúgubre, con cabello ralo, narigudo y con un semblante bonachón. Iba vestido con traje claro. Salvador presentó al periodista a Carmina y a su familia, conversaron sobre la exposición de la pintora y sobre el éxito que tuvo la anterior en Madrid. La conversación se trasladó a los hijos de Carmina, Argimiro les preguntó si alguno seguiría los pasos de su madre estudiando Bellas Artes, ninguno de ellos admitió tal posibilidad.

—¿Qué estudiáis periodismo?- preguntó Argimiro-

Uno de los jóvenes contestó;

—Mi hermano estudia Ingeniería y yo todavía no sé lo que estudiaré, acabo de terminar hoy el último examen de COU.

—Argimiro le preguntó a Salvador ¿Y tu hijo dónde estudia?

—En la Universidad de Leioa, -le contestó-.

—Ya, pero... si es muy jovencito,

—¡No!, Que va, si ya tiene 22 años.

—¿Cómo es? -le preguntó su jefe- Salvador no contestó enseguida-

—¡Vaya una pregunta! Murmuró para sí, ¿Cómo es el hijo de uno?

—Pues, muy inteligente- dijo Salvador de manera evasiva- Está preparando su doctorado en Biología.

—¿Te aprecia como padre?, preguntó Argimiro, a la vez separándose del grupo-

—Salvador titubeó nuevamente, -No le contestó-.

—Los aspirantes al doctorado no quieren a sus padres en estos tiempos.-Le insinuó su jefe- —Hablemos de otra cosa, -respondió evasivamente, Salvador-

—¿Por qué? ¿Te duele hablar de tu hijo?

—Supongo que no -Contestó Salvador- ¡A ti té pasa algo!. ¿Hay algo que quieras confiarme? -Rabie se encogió de hombro.

—Pues... sí, hay algo, -musitó-

Abstracto pintado al óleo(100 x 50 cm.) por Mamen Píriz.


Argimiro aprovechando un momento en que se quedó solo con Salvador, hundió la mano en el interior del bolsillo de su chaqueta y sacó un abultado sobre cerrado.

—Guárdame esto una temporada- Entregó el sobre a Salvador -guárdalo, le dijo-

—Salvador metió el sobre en su bolsillo y preguntó -¿quieres decirme lo que he de hacer con esto?

—Solo guardármelo. A mi regreso, me lo devuelves.

—¿Qué significa eso de a mi regreso?

—Me voy a Kosovo mañana- contestó Argimiro- Voy a cubrir la información en primera línea de fuego. Solo permaneceré una semana. ¿Tú estarás aquí ese tiempo ¿verdad?

—Si, yo creo que sí, si no hay que cubrir algún imprevisto.

—Pues... -musito- si no vuelvo, abre el sobre.

—Vamos Argimiro, no sé por que no vas a volver - le dijo Salvador.

—No sé si volveré -contestó su jefe afligido-

—¿Y qué hay del artículo sobre Chillida?- Le preguntó Salvador, para cambiar de conversación.

—Si regreso lo terminaré entonces, -contestó Argimiro-. Estamos en el Siglo XXI. Las atrocidades son más importantes que el Arte.

Argimiro, consultó su reloj —Llegaré tarde, -concluyó-

Dio unos golpecitos en el brazo de Salvador y sonrió. Se despidió de Carmina y su familia y se marchó. Salvador le siguió con la mirada hasta que desapareció, instante en el que palpó el bulto del sobre en el interior de su bolsillo. -Y recordó- Si no vuelvo, abre el sobre.

 Jarrón de flores pintado al óleo ( 73 x 60 cms.) Mamen  Píriz.
 
Carmina dio la espalda a Salvador y se dirigió hacia un rincón donde dos señoras admiraban unos cuadros de flores:

—¿Os gustan las obras? -les preguntó-

—Si, son estupendas, a mí me gusta estos cuadros de flores, me interesan para mi casa.

—¿Qué precio tienen?

Carmina conversando con la señora, no se dio cuenta que Salvador salía de la sala tras su jefe. Lo localizó en el garaje. Poniendo en marcha el coche. Se subió en el auto.

—Voy ha hacer un poco de deporte al picadero, -le dijo Argimiro-

—¡Te acompaño! -le indicó muy seguro Salvador.

—¿No te importa dejar a esa mujer?

—¡No!, Está bien protegida con su familia.

—No sabía que te gustaba el deporte al aire libre, creí que eras carne de gimnasio -le comentó Argimiro-

—¡No, hombre, no! A mí me gusta más el deporte al aire libre, pero el de cabalgar no lo había probado. No está mal probarlo y, esta es mi ocasión.

A Salvador le había dejado preocupado Argimiro con la cara que puso al despedirse de modo tan apresurado:

—¿Qué es eso, que no vas a volver de Kosovo?- le preguntó-

—¡No sé! Ya sabes que me gusta el riesgo, pero tengo un presentimiento de que esta vez no va a salir bien.

—Bueno hombre... si vas a irte así, no te vayas, ¿no es mejor que pruebes el paracaidismo que es deporte de riesgo?. Te subes a un avión y te tiras y a volar, a la buenaventura. ¡No te parece! -le dijo Salvador.

Estuvieron cabalgando un par de horas en el recinto de Hípica y regresaron juntos a la ciudad a la hora de comer.

Llegada la hora del cierre de la sala Carmina se fue con su familia a la clínica donde está interna su suegra y pasaron el resto del día juntos.

Flores pintado al óleo (73 x 60 cms.) Mamen Píriz.
                                                                         

Continuará...

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Mª  Carmen Píriz García - registro: 0910304797905