lunes, 29 de noviembre de 2021

ARRUGAS EN LAS SABANA " Vamos a la playa" 2ª cp.

Vamos a  la playa

             Rocas del acantilado de  Saconeta en Deba óleo  pintado por Mamen Píriz  (65 x 54 cms. )
                                                                   
Salvador se dirigió hacia la autopista en dirección a la costa. Puso una cinta en el radio-casette del coche, sonaba una melodía suave, un bolero cantado por Ana Belén. "Entre  dos  amores"  Carmina no decía nada, sólo escuchaba y contemplaba las manos de Salvador que sujetaban el volante firmemente. Apenas recorrieron unos Kms. Salvador tomó el carril de salida de un pueblo costero, se incorporó a la carretera  general,  Carmina  musitaba la canción muy bajito  "Entre dos  amores  voy  a la  deriva uno me  protege y otro es mi  guía, uno me da  hogar y otro  vida, uno es  amor  y el otro me excita...  

Antes de bajar al pueblo torció a la izquierda, hacia un camino que llegaba hasta un acantilado. La playa está abajo entre rocas, arriba paró el coche, allí se ven unas vistas espectaculares, el paisaje desde lo alto es una maravilla. El cielo se divisaba de un color rosáceo, el horizonte entre  el mar y el cielo, tenía un color azul claro que contrastaba con el oscuro del mar. Los rayos del sol entraban por el parabrisas del coche calentando suavemente la mañana. Salvador se volvió hacia Carmina mirándola como nunca antes la había mirado. Se la comía con los ojos y la deseaba. Estampó sus labios en los de ella, con la misma fuerza que las olas se estrellan contra las rocas, Carmina sintió con ímpetu el beso de Salvador, con un movimiento y presión delicada ella siguió besándolo con la voluptuosidad y la libertad, que crecía al ritmo de sus deseos. Se volvieron a mirar, en un instante no oían ni la canción, ni la melodía que se repetía y repetía...
Apenas se atrevían a decir palabra, sus ojos hablaban por ellos, se sentían como unos adolescentes enamorados, que por primera vez se besaban, sus miradas se volvieron a cruzar más cómplices, se sonrieron y se abrazaron, sus manos se unieron y el silencio se hizo dueño de ese momento.

Salvador rompió el hielo del silencio, se  bajó del coche, cogió unas toallas del maletero y decidieron bajar hasta la playa a tomar el sol, calentaba suavemente. Soplaba una brisa fresca, desde allí se oía el sonido de las olas, que removían la arena y arrastraban piedrecillas pardas dejando una espumilla blanca mezclada con arena. Carmina se bajó del coche abstraída en sus pensamientos, sólo sentía en su cara la brisa del mar. 


Playa de Lapari en  Deba óleo pintado  en concurso al aire libre (73 x 60 cms.) por  Mamen Píriz


Para bajar la playa tenían que pasar por una vereda, atravesar un aterciopelado prado y cruzar un riachuelo escaso de cauce, pisando sobre unas piedras. Avanzaron caminando unos minutos hasta bajar cerca de la playa. Antes de llegar se pararon a contemplar la marea, allí en ese lugar bajo unos árboles,  no soplaba el aire y daba el sol, decidieron quedarse en ese lugar. Extendieron las toallas sobre la hierba y se sentaron sobre ellas. Salvador volvió a besar a Carmina, ese beso fue más suave, largo e intenso, entrelazaron sus lenguas, se besaron con mucha ternura, se entregaron el uno al otro con mucha pasión. Sus cuerpos se unieron y se dejaron llevar por los sentimientos que en esos momentos no los podían ya controlar. Carmina se quitó el suéter, Salvador comenzó a acariciarla delicadamente susurrándole al oído, te quiero...

Siguió besándola por el cuello y escote. Los besos y carantoñas no cesaron, Salvador le desató el sujetador del vikini dejándola al descubierto los redondeados pechos, a los que acarició intensamente. Sintió los pezones erectos y los pechos tersos de Carmina.  Ella ya de esa manera, no le importaba mas que  corresponder de la misma forma, devolviendo los besos en el  torso desnudo, acariciando  a  Salvador, mientras se entregaban con mutua libertad dejándose llevar por la pasión, la ternura y ese amor que claramente se habían anunciado. El le acarició la piel, hizo un recorrido por su vientre, cadera y  muslos hasta llegar a introducir  su mano entre sus bragas. Le acarició el clítoris, introduciendo  sus dedo en la vagina, Carmina hizo un giro de placer que se humedeció al instante, su primer orgasmo afloro rápidamente.  Ella  correspondió y le acarició tocando su pene Salvador jimio y se agitó con placer. Pasaron un rato acariciando sus cuerpos, besándose hasta quedar extasiados.
Después de ese momento ella se quedó parada y pensativa

  — ¿Qué piensas?, -le pregunta Salvador.

Carmina no contesta, le sonríe pero, siguió pensando en la situación, se contradecía a sí misma, esto no puede ser, pensaba en su marido, comparaba esos momentos vividos, con toda una vida al lado de su cónyuge, no podía creerse lo que le estaba ocurriendo. Amaba a su marido y deseaba a Salvador, ella pensaba que nunca podría amar a dos personas a la vez.

Sus pensamientos le torturaban y no le dejaban vivir ese momento al lado de su amado, no era capaz de concentrarse y vivir el presente, un presente que caía por su propio peso. Carmina dejó que su pelo cayera sobre su cara, movido por la suave ráfaga de aire que sopló en ese momento.


Siguió un rato más, absorta en sus pensamientos, atrapada en ese sentimiento. Por su mente se cruzaron en loco tropel sus sueños y realidades; su cuerpo, su corazón tiene un dilema; Sus deseos y frustraciones en compleja amalgama; está enamorada y aunque lucha en solitario no consigue deshacer las cadenas que le atrapan en su amor. Ella pensaba que sólo la amistad les unía pero, esa amistad se está convirtiendo en algo más. Cupido se cruzó en su camino y ese amor que siente es muy bonito, está lleno de ilusión pero, también de dudas, contradicciones y miedos.



Salvador tomó su mano y apretó con fuerza su mano con la de Carmina, Ella estaba sumergida y concentrada en sí misma, le miró y con un gesto le indicó que se fijara en el mar, le dijo lo bonito que estaba esa mañana y el contraste que formaban el azul del mar con el verde de las montañas. Comentaron lo que a los dos les gustaba el mar, que siempre que podían  iban a dar un paseo, a modo de reconstituyente, pasear y respirar el aire de mar, les daba los ánimos necesarios para seguir trabajando día a día. 

     Hablaron de su situación, de lo que significaban el uno para el otro. Salvador le comentó a Carmina que ha pasado momentos muy contradictorios, que al principio negaba lo que evidentemente le estaba ocurriendo pero, según iba transcurriendo el tiempo y cada ves la deseaba se  más y más.

  —¡Carmina!, Lo que ha ocurrido hoy estaba deseando que ocurriera.

    —Para mí ha sido maravilloso.

   —¡Te necesitaba! -Esto tenía que ocurrir y me alegro que  fuera en este lugar ya que el mar es nuestro  mejor testigo.

       —También lo estaba deseando, pero tenía miedo a la reacción que podría tener.

  —¡Me siento muy bien!  -creí que todo podría ser distinto.

    —¡Me siento muy a gusto!, estoy  contigo y  me han gustado tus besos.

Salvador miró el reloj, ya era la hora de volver a casa, el tiempo había pasado muy rápidamente, de regreso hablaron de su situación y de sus respectivas familias. Esto era lo que más les dolía ya que los dos tienen una familia formada y no querian hacerles daño.  

Acuarela de la playa de Lapari en Deba pintada por Mamen Píriz (30  x 40 cms) 


     
Continuara...


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Mº Carmen Píriz García - registro: 0910304797905









martes, 23 de noviembre de 2021

ARRUGAS EN LA SABANA IV y V Despertar y La cita, fin 1ª cp.

         Despertar

Ventana  y silla pintada al óleo por Mamen Píriz,
                                                                     

Despierta al alba, una tenue claridad se desliza por las altas montañas. Carmina, cubierta con una bata anuda el cinto y se asoma a la ventana de la sala, siente frío ante la primera corriente del aire fresco del amanecer mira el reloj y se arrellana en la butaca de funda floreada con un libro de Antonio Gala en las manos. Se trata de la última publicación, “Corazón tardío”. Todavía queda una hora para despertar a los niños. Hojea con interés la obra del escritor andaluz deteniéndose en distintos pasajes de la poética e intimista narración. Ha topado con una página y no aparta los ojos de ella pero no ve sino manchas oscuras donde apenas un instante había letras. Parece que el tiempo se hubiese detenido. Carmina no percibe, sólo piensa en lo que acaba de leer: 
 "El amor es la amistad íntima de la que disfrutamos esporádicamente, una amistad  desprovista por lo tanto de rutinas e insignificancias cotidianas".

Cierto es que hay muchas definiciones sobre el amor pero casi todas, al menos así lo entiende Carmina, se mueven en un contexto prefijado de valores convencionales, en lo que ahora se denomina lo políticamente correcto; pero no, hay algo en  esa reflexión que preludia una ruptura de moldes prefabricados, algo que quizás otros han intuido pero no se ha atrevido a expresar por el infundido temor a emitir un juicio basado en el provecho personal o en una fuga de responsabilidades.  

   —¡Mamá! ¿Estás hablando sola?-Carmina, contrae instintivamente sus músculos abdominales en un vano esfuerzo por mitigar el rubor que pigmenta su rostro.


  —Bueno, no... Quería saber si soy capaz de interpretar como si estuviese en el escenario de un teatro un fragmento de este libro de Antonio Gala que me ha gustado mucho. 

   —Pero... ¡ala!, Vete a la cama y aprovecha la media hora de sueño que té queda.

     —El hijo más joven de Carmina, despeinado y con los ojos hinchados por el sueño observa a su madre con incredulidad.

      —¿Antonio Gala? -¿Sabes que es maricón?

    Carmina que ha recobrado la compostura se acerca a su hijo, lo besa en la frente y le acompaña a su habitación. Va a la cocina, saca del frigorífico la mermelada, las rebanadas de pan para tostar y del armario color castaño el bote de Cola-cao, enciende la radio que le saluda con una melodía americana y se dispone a preparar los desayunos.

       La  cita

Espaguetis pintado a acrílico y óleo  por Mamen Piriz.
                                         
         

Una vez más ha quedado sola en casa. Sus hijos habrán comenzado ya la primera clase en el Instituto. Abre la ventana de la habitación de los chavales para que, los rayos del sol primaveral inunden el recinto orientado al este. Se dispone a hacer las camas cuando suena el teléfono.

Embargada por la emoción, escucha la voz de Salvador que le invita a salir con él pues, dispone de tres horas libres esa mañana. La conversación no ha sido larga, más bien corta pero Carmina cree haber intuido algo especial, inusitado hasta el presente en la voz de Salvador. Es cierto que la transmisión de sus palabras no ha reflejado ninguna circunstancia o sensibilidad distinta a la de otras ocasiones, pero había algo, algún mensaje subliminal en su modo de expresarlas.

Ataviada con un ceñido suéter verde que realza provocadora sus pechos, una corta falda negra y unos zapatos de tacón alto,ha sacado unos espaguetis  del frigorífico, los ha dejado junto al fuego eléctrico de la cocina, ha amontonado unos botes de comida pre-cocinada, antes de pulsar el botón del ascensor. Una vez dentro, se contempla en la oscura imagen del espejo estrecho y rectangular. La imagen le devuelve el recuerdo de su ropa interior. No era consciente hasta este momento de que se ha puesto el sujetador y las bragas más sexy de su colección del armario.


Un tibio sol de junio preside el firmamento azul, ribeteado por finas franjas de nubes albinas. Las semillas que transporta la brisa desde las altas montañas en flor impregnan de aroma de sauce y tulipanes las calles de la ciudad que, todavía no han sufrido la agresión ambiental de la circulación.

Carmina camina con paso decidido por la acera flanqueada por charcuterías, una panadería, dos cafeterías y una tienda de lencería, Tuerce por una bocacalle y a unos pocos metros se detiene en seco para continuar caminando con una ligera vacilación.

Ha visto a Salvador comprando el periódico en el quiosco. El periodista también ha advertido la proximidad de su amiga. Están  frente a frente. Se miran sonrientes a los ojos. Apenas han intercambiado algunas frases de saludo mientras caminan juntos, Salvador inicia un tímido intento de apretar la mano de Carmina en la suya pero, en el último instante ha optado por reprimir el cariñoso gesto.

  —Carmina, ¿damos un paseo en coche?  

  —Sí. ¿Por qué no?-ha respondido ella con firmeza.

  —¿Dónde quieres que vallamos?

  —Donde tú quieras.
       
El automóvil discurre veloz a la izquierda de una avenida de hayas. Carmina rodea con su brazo los hombros y el cuello de su acompañante hasta acariciarle con un dedo su mejilla recién rasurada.

  La ciudad ha quedado atrás.
  
 Pintado a pastel por Mamen Píriz,
     



 Continuara...
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Mº Carmen Píriz García - registro: 0910304797905



viernes, 12 de noviembre de 2021

ARRUGAS EN LA SABANA III En soledad 1º cp.

En soledad
Mujer  sentada, autorretrato   pintado  al óleo  por mi
                                           
                                               

Suena el despertador, un importante artilugio que si no se acalla de un certero manotazo eleva el tono de su sonido metálico en cadencias de diez segundos.    
   
       —¡Apágalo ya! - Carmina conmina a su marido que bosteza en el sopor del sueño bruscamente interrumpido.

        —¡Joder y todavía es martes! - farfulla mientras interrumpe los timbrazos. Carraspea, se incorpora sobre un codo, acerca su cara a la de ella y con voz algo más clara le recuerda la suerte que tiene de poder seguir durmiendo. La mujer no le contesta. Se levanta y le prepara un café que inunda la cocina de agrio aroma.

Carmina ha quedado sola. Hace unos minutos que su marido se ha despedido con un seco adiós. Abre un resquicio de la puerta del dormitorio de los hijos, la sin cronicidad de sus respiraciones atestigua un sueño profundo. Se dirige al baño, enciende una luz indirecta adosada al armario del espejo, se quita la combinación y contempla su cuerpo cubierto por unas cortas bragas cuyos encajes de finas mallas insinúan la oscuridad del vello púbico. Con un coqueto contorneo de caderas se acaricia desde los pechos hasta los muslos y, mientras roza con la lengua el labio superior, indicio de sus deseos voluptuosos, se desprende lentamente de las bragas lilas. Vuelve a la sala, recoge la postal de su amigo y con un suspiro la estrecha contra sus senos. Enciende la luz de su dormitorio y se acuesta desnuda.

Intenta leer de nuevo el mensaje de Salvador pero las abigarradas imágenes que pueblan el cerebro le impiden concentrarse en unas letras que cada vez las percibe más borrosas. A estas alturas, las postales con los mensajes escritos apenas significan nada para esta mujer, sedienta de las caricias de su amante. Le necesita y jura hacérselo saber sin ambages en su próximo encuentro. Carmina vive el instante de su gran verdad. Se lamenta de tanto tiempo perdido en insinuaciones hipócritas, en palabras de doble significado. Deplora sus inhibiciones, quizá también sus escrúpulos. Ahora nada de eso existe.
Quiere a su amigo y lo quiere junto a ella. Se disponía a hacer el amor con él aunque sea en el mísero sucedáneo de su imaginación. Vuelve la mirada hacia el lado de la cama donde hace poco descansaba su marido, el único vestigio de su presencia acaba en las arrugas que ha dejado en la sábana que Carmina las alisa con un par de estirones.

Contempla sus senos de mujer madura que aún conserva sus turgencias y los siente duros, capaces de provocar deseos al hombre que los acariciara. Con la respiración agitada los acaricia con las palmas de la mano en movimientos concéntricos, lentamente su mano derecha se desliza por la suave piel del vientre, de las caderas, de los muslos y piernas que en un rápido movimiento ascendente introduce los dedos índice y anular en la vagina que ha comenzado a emitir el flujo placentero. El suave roce de sus dedos en el clítoris inunda de gozo el cuerpo de Carmina que con apagados gemidos imagina voluptuosa la lengua y los labios de Salvador empapados de su flujo femenino. Los orgasmos se suceden a cortos intervalos, revoleando su cuerpo de derecha a izquierda en medio de jadeos y gritos apenas reprimidos. Desea el cuerpo de su amigo sobre ella. Necesita ahora ya, su abrasador miembro en la vagina. Se cubre con la sábana, cierra los ojos y permanece largo tiempo erguida, quieta. Una lágrima recorre su mejilla, no es una lágrima de remordimiento, no, ya no lo es, es una lágrima de soledad.



     Desnudo pintado a pastel por Mamen Píriz


Continuará...


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martes, 2 de noviembre de 2021

ARRUGAS EN LA SABANA II del 1º cap.

 La entrevista


Exposición de la escuela en Portalea , el cuadro rosa del fondo pintado por mi.
                        

La sala de exposiciones iluminada solo con la luz  que entra en el techo  circular de cristal,  deja  en vacío de colorido los rincones de paredes lisas, al tiempo que inunda de luz el arte pictórico, lujosamente enmarcado en oro o maderas nobles. Son las nueve y media de la mañana y el recinto no se ha abierto aún al público. Carmina se contempla así misma en la imagen. La gabardina entreabierta descubre su discreta minifalda, unos zapatos de tacón alto le realzan las piernas sin medias. 

 Suena el timbre de la entrada. Con un suave giro de cabeza desplaza su negra melena hacia atrás y se frota las palmas de las  manos en un inequívoco tic nervioso. Abre la puerta. Tiene ante sí a Salvador el periodista delgado y bastante alto que le telefoneó ayer a la tarde solicitándole una entrevista con motivo de la sexta exposición de sus cuadros. Carmina apenas conoce al periodista, si bien le entusiasman los artículos  semanales que, en calidad de crítico de arte, pública en un periódico de provincias. La entrevista fue corta, apenas duró veinte minutos, pues ocurrió algo sorprendente, se habían despedido unos segundos antes y Carmina se disponía a cerrar la puerta, cuando Salvador la detuvo con su mano y clavó la mirada en los ojos de la pintora. Carmina reaccionó de la misma forma. Se contemplaron inmóviles, en silencio, hasta que la mujer, algo turbada le entregó una tarjeta con su dirección y número de teléfono, por si, balbuceó, deseaba entrevistarla en otra ocasión.

Inquieta dio una vuelta por la sala mordiéndose los nudillos del puño, se detuvo ante su cuadro preferido, un precioso atardecer marino donde el sol en su ocaso tiene una fina alfombra plateada sobre el tenebroso verdemar. Se siente estúpida. La viveza de la imagen de despedida le produce una borrosa percepción del lienzo, le he entregado algo más  que mi dirección, se enfurece consigo misma, le he transmitido mis sentimientos.

A partir de ahí la ansiedad de Carmina crece al mismo ritmo que la sucesión de imágenes fugaces, superpuestas, cálidas y anhelantes.
Contempla su mano temblorosa tecleando el número de teléfono de la redacción, la voz, las palabras expresadas al comienzo en tono profesional, sus encuentros posteriores en la cafetería de costumbre, la recíproca mirada que anula por instantes la discreción de personas casadas, la dolorosa despedida en las vacaciones de verano, su respiración agotada cuando de regreso extrae del sobre la postal de su amigo. ¿Amigo?, ¡Solamente amigos?.....



                         Atardecer pintado al  óleo  por Mamen Piriz


Mº Carmen Píriz García - registro: 0910304797905