En estas fechas estamos celebrando una nueva exposición de los socios artistas en la Kultu. Esta exposición abre la nueva temporada en la Sala de exposiciones Topaleku de la Kultu. Se inauguró el día 18 con todas las medidas de seguridad para poder mostrarla en estos tiempos de pandemia. Se suprimió el lunch y se reservó el aforo para 20 personas.
En la entrada y siguiendo un orden mis dos obras.
Desiertos pintado a técnica Pastel
En primer plano una foto antigua pintada de Esther F. de Maruri y dos fotos de J. L. Irigoyen.
Fotos de Bakarne Lejardi y J. Luis Irigoyen.
Obras de Arrate Osoro, un óleo y el Árbol de la vida realizado con hilos.
Cerámica de Camen Mostaza
Obra con mosaicos y espejo de Carmen Mostaza.
Obra al óleo de Espe Zabala.
Obras realizadas al natural en concurso de pintura de Esteban Oroz.
Pintadas al óleo
Obras de Vicente Irpiondo obras realizadas con pigmentos al temple.
Este relato está seleccionado para el 3º libro por participar en el concurso XXI edición del Tintero de Oro.
Fui al cine con mi chico a ver la película "El
Exorcista". La película era de terror, a mí no gusta nada ver
películas de miedo pero, le acompañé, porque sé que a él le gustan mucho.
En la sala mientras la película transcurría, de
repente sentí frío y comencé a toser. Tuve que ir al baño y beber abundante
agua, cuando se calmó la tos volví a mi butaca. Al salir del cine fuimos
dando un paseo para tomar aire, mientras comentábamos la película. A mí no
me ha gustado nada. Las escenas fueron muy desagradable sobre
todo cuando la niña expulsó aquella mucosidad verde durante el desayuno,
me dio nauseas. Del cine salí con mal cuerpo. Yo estaba
aterrorizada y me agarré a mi chico.
Ya en casa comencé a sentirme mal y
me fui enseguida a la cama. No podía dormir y cuando me quedé dormida,
soñé con la película que vimos por la tarde. Toqué mi cara ydescubrir los estigmas de mi piel
frente al espejo del baño. Desperté temerosa. Fui al servicio y comprobé
ante el espejo que no tenía marcas. Me dio de nuevo otro ataque de tos.
Sentía calor, me tomé la fiebre, tenía 39º. Tomé un Paracetamol y me acurruqué
en la cama, me volví a dormir enseguida.
Volvieron las pesadillas y me desperté sobresaltada. Tuve miedo.
La noche fue larga, el calor no remitía y la fiebre
subía. Soñaba y deliraba no sabía dónde me encontraba.
— ¡Cariño que te pasa, estás muy inquieta! Y además
estas ardiendo. Voy a llamar al médico.
Lo último que oí fue un hombre a mi alrededor que me
auscultaba. Noté que me acostaron sobre un colchón duro y frío. La angustia, no
me dejaba respirar, me asfixiaba, el aire no me entraba en los pulmones.
Intenté coger una bocanada de aire que me faltaba. No notaba mi cuerpo y perdí
el conocimiento.
En mi subconsciente me encontraba envuelta en una
niebla espesa, sentía frío, mucho frío. Oía muy lejano una sirena, mi
cuerpo levitaba hacia una luz clara, potente, resplandeciente. Perdí la
orientación y la pérdida de la realidad. Soñaba, esta vez vi al demonio que
llevaba de la mano a mi abuela, ella me alargaba su mano y quería tocarme. Oía
su voz, me llamaba con un susurro a través de una luz roja
intensa que me deslumbraba.
Solo dormía, soñaba, esta vez con unos gatos negros que me miraban con esos
ojos amarillos desafiantes. De una forma maligna me clavaron sus garras en la
garganta. Noté el dolor que me taladraba. Advertí una cosa punzante, como
uno pincho muy afilado en mi cuerpo. Sentí un miedo aterrador y cerré los
ojos. Tuve pavor. Estaba paralizada. Tenía el ánimo bajo, estaba muy
sola. No sé cuánto tiempo estuve dormida. Ni cuantos días han pasado.
Los sueñosesta
vez eran más tranquilos, muy hermosos. Se me acercaban gatos blancos de pelo
largo, eran suaves como de angora, me rozaban con su pelo la cara. Ya me
siento mejor.
Cuando me desperté tenía miedo de abrir los
ojos. Cuando los abrí, vi unas personas disfrazadas, no sé de qué,
me miraban entre cristales.
No sabía dónde me encontraba. Miré alrededor y me vi
conectada a unos tubos que me enviaba el aire de un respirador. En mis brazos
tenía pinchada una aguja conectada a un suero. Una mujer con voz suave se me
acercó y me dijo que estaba en buenas manos, que todo iba a ir
bien. Cuando tuve conciencia de lo que me pasaba estaba a mi lado una
enfermera, vi sus ojos observándome dentro de una pantalla.
— ¿Dónde estoy? ¿Qué me ha pasado? pregunté.
— ¡Tranquila! están con nosotros, en el hospital, te
recuperas muy bien. Has cogido un virus muy contagioso. Como tienes bronquitis
crónica te ha afectado al pulmón y tienes una neumonía severa. La medicación ya
está haciendo su efecto, ¡mejorarás! Si todo va bien irás a planta.
— ¿Y lo sabe mi familia, dónde están?
— Están en casa, pero todos los días llamamos para
informar de cómo te encuentras.
— ¿Y por qué no vienen a verme?
— Porqué este virus es altamente contagioso y les
podrías contagiar. Pero en dos días si estás mejor, te llevamos a planta y te
irás pronto a casa.
Estaba asustada, pero sé que si mejoro me irá a
casa y todo quedará en una pesadilla.
Fui al cine con mi chico a ver la película "El Exorcista". La película era de miedo, a mí no gusta nada ver películas de terror pero, le acompañé, porque sé que a él le gustan mucho.
En la sala mientras la película transcurría, de repente sentí frío y comencé a toser. Tuve que salir al baño a beber abundante agua, volví a mi butaca. Al salir del cine fuimos dando un paseo mientras comentábamos la película. A mí no me había gustado nada. Las escenas fueron muy desagradable sobre todo cuando la niña expulsó aquella mucosidad verde durante el desayuno, me dio nauseas. Salí con mal cuerpo. Yo estaba aterrorizada y me agarré a mi chico.
En casa comencé a sentirme mal y me fui enseguida a la cama. No podía dormir y cuando lo hice, soñé con la película que vimos por la tarde. Toqué mi cara ydescubrir los estigmas de mi piel frente al espejo del baño. Desperté temerosa. Fui al servicio y comprobé ante el espejo que no tenía marcas. Me dio de nuevo otro ataque de tos. Sentía calor, me tomé la fiebre, tenía 39º. Tomé un Paracetamol y me acurruqué en la cama, me dormí enseguida. Volvieron las pesadillas y me desperté sobresaltada. Tuve miedo.
La noche fue larga, el calor no remitía y la fiebre subía. Soñaba y deliraba no sabía dónde me encontraba.
— ¡Cariño que te pasa, estás muy inquieta! Y además estas ardiendo. Voy a llamar al médico.
Lo último que oí fue un hombre a mi alrededor que me auscultaba. Noté que me acostaron sobre un colchón duro y frío. La angustia, no me dejaba respirar, me asfixiaba, el aire no me entraba en los pulmones. Intenté coger una bocanada de aire que me faltaba. No notaba mi cuerpo y perdí el conocimiento.
En mi subconsciente me encontraba envuelta en una niebla espesa, sentía frío, mucho frío. Oía muy lejano una sirena, mi cuerpo levitaba hacia una luz clara, potente, resplandeciente. Perdí la orientación y la pérdida de la realidad. Soñaba, esta vez vi al demonio que llevaba de la mano a mi abuela, ella me alargaba su mano y quería tocarme. Oía su voz, me llamaba con un susurro a través de una luz roja intensa que me deslumbraba.
Solo dormía, soñaba, esta vez con unos gatos negros que me miraban con esos ojos amarillos desafiantes. De una forma maligna me clavaron sus garras en la garganta. Noté el dolor que me taladraba. Advertí una cosa punzante, como uno pincho muy afilado en mi cuerpo. Sentí un miedo aterrador y cerré los ojos. Tuve pavor. Estaba paralizada. Tenía el ánimo bajo, estaba muy sola. No sé cuánto tiempo estuve dormida. Ni cuantos días han pasado.
Los sueñosesta vez eran más tranquilos, muy hermosos. Se me acercaban gatos blancos de pelo largo, eran suaves como de angora, me rozaban con su pelo la cara. Ya me siento mejor.
Cuando me desperté tenía miedo de abrir los ojos. Cuando los abrí, vi unas personas disfrazadas, no sé de qué, me miraban entre cristales.
No sabía dónde me encontraba. Miré alrededor y me vi conectada a unos tubos que me enviaba el aire de un respirador. En mis brazos tenía pinchada una aguja conectada a un suero. Una mujer con voz suave se me acercó y me dijo que estaba en buenas manos, que todo iba a ir bien. Cuando tuve conciencia de lo que me pasaba estaba a mi lado una enfermera, vi sus ojos observándome dentro de una pantalla.
— ¿Dónde estoy? ¿Qué me ha pasado? pregunté.
— ¡Tranquila! están con nosotros, en el hospital, te recuperas muy bien. Has cogido un virus muy contagioso. Como tienes bronquitis crónica te ha afectado al pulmón y tienes una neumonía severa. La medicación ya está haciendo su efecto, ¡mejorarás! Si todo va bien irás a planta.
— ¿Y lo sabe mi familia, dónde están?
— Están en casa, pero todos los días llamamos para informar de cómo te encuentras.
— ¿Y por qué no vienen a verme?
— Porqué este virus es altamente contagioso y les podrías contagiar. Pero en dos días si estás mejor, te llevamos a planta y te irás pronto a casa.
Estaba asustada, pero sé que si mejoro me irá a casa y todo quedará en una pesadilla.
730 palabras
Tema: El relato deberá contar con, al menos, uno de estos requisitos (podéis elegir uno, dos o los tres):
Escribir una historia de Terror sobrenatural: Posesiones, fantasmas, sucesos paranormales...
Un relato en el que se mencione con sentido la novela El exorcista o al autor, William Peter Blatty.
Un relato en el que la acción transcurra en un cine mientras proyectan El exorcista.
Extensión: 900 palabras como máximo. Publicación: Deberéis publicarlo en vuestro blog en este mes de abril.
La segunda vez que visitamos El Monte San Miguel fue el 9 setiembre del 2019 donde repetimos lugar al estar en un paquete en las excursiones. Pero nos gustó volver a pasear por el lugar. Esta vez no entramos en la abadía.
Entrando en el puerto de y el día Cherbourg estaba nublado. Desde allí nos llevaron en autobús hasta el parquing de San Michel.
Cuando llegamos al fondo los Acantilados blancos.
Podíamos ir en autobús lanzadera pero preferimos caminar los escasos tres kilómetros que se distancia el Monte San Michel del aparcamiento.
Una exposición de vacas.
Desde lejos se veía el Monte San Michel con mucha niebla.
Decidimos ir caminando desde el aparcamiento hasta el Monte San Michel.
Vimos como se cocinaban los crepés y esperamos un poco de cola para probarlo.
Este lugar es uno de los mas visitados de Francia
Estilo de casas en el lugar.
Estuvimos comiendo los bocatas y el crepé que compramos desde este lugar y nos visitaban las gaviotas.
Arenal con la marea baja.
La verdad que había muchísima gente por todo San Michel.
Por la tarde nos tomamos otros creps dulce.
Con una familia de Ubrique que conocimos en el crucero.
De regreso caminando hacia el autobús
Medios de transporte que vimos por la zona. Carruajes de caballos, El autobús lanzadera y este especie de coche para andar por el pueblo.
La vuelta también la hicimos caminando, es un buen paseo.
He rescatado el viaje que hicimos de en nuestro primer crucero en 2013 con la compañía Ibero Cruceros. Entonces llegamos a distinto puerto, Le Havre. Este año en setiembre del 2019 viajamos en el Zenit con diferente compañía Pullmantur, llegamos a Cherbourg. Repetimos volver a Monte San Michel.
Paisaje de Cherbourg
Puerto de Cherbourg
En este caso os pongo fotos de la abadía de Saint Michel para los que no la pudieron visitar en este viaje.
Ya os conté un poco la vida en el barco. Ahora os cuento la visita que hicimos en la primera parada. Fuimos en un grupo de amigos de mi amiga de León, aunque en principio nosotros no los conocíamos, terminamos todos con una gran amistad. El barco navegó toda la noche, todo el día y de nuevo toda la noche hasta que por la mañana del día 8 atracó en el puerto de Le Havre. Nosotros y algunos del grupo, no nos apuntamos a las excursiones de París, por que se hacía lejos para tener suficiente tiempo para poder conocer París y nos apuntamos a la excursión de visitar en Normandía, el Monte de Saint Michel. Y de esa excursión son voy a contar así un poco por encima y con las fotos que puedo aportar.
El puerto y cuidad de Le Havre
Puerto y crucero
Iglesia Saint-Joseph al fondo
Le Havre desde el aire
Playa de Havre
Le Havre es una ciudad francesa, situada en la orilla derecha estuario del Sena. Es conocida como la Puerta Oceánica, apodo que deviene de la "puerta" que forma del edificio, ubicado al final de la avenida Foch, que desemboca en el mar. La zona del centro de esta acogedora ciudad, con grandes atractivos turísticos, cuenta con el honor de haber sido declarada como Patrimonio Mundial de la Humanidad, gracias a su excepcional arquitectura. Le Havre está a 197 km. de París. Y desde Le Havre a Monte Saint Michel hay 140 kms.
Un Vídeo de Le Havre cuidad
Entre Normandía y Bretaña, este lugar excepcional, situado a 3:30 horas de París, atrae a turistas del mundo entero formando parte de los lugares más visitados de Francia. Una simple visita o un fin de semana en el Mont-Saint-Michel son una experiencia inolvidable. El Mont-Saint-Michel es conocido como la "maravilla". Victor Hugo decía hablando de él: « El Mont-Saint-Michel es para Francia lo que la Gran Pirámide es para Egipto ». A una hora y media en bus aproximadamente está desde Le Havre Saint Michel.
El monte Saint Michel
Primer plano del monte y la abadía construida en la roca.
Llegamos a los nuevos aparcamientos están situados a 2,5 kilómetros del Mont Saint-Michel intra-muros. Medios de transportes gratuitos durante el día y caminos peatonales acercan a los visitantes hasta el Monte Saint Michel.
Los pasajeros se bajan a 400 metros de las murallas dejando el camino despejado para que los peatones disfruten de unas vistas despejadas sobre la bahía.
Con buen tiempo, los visitantes pueden ir andando, a través del puente pasarela, que se funde perfectamente con el paisaje. Como el tiempo era muy desapacible nosotros fuimos y volvimos en la lanzadera(hizo viento al ir y lluvia por la tarde).
Monte de Saint Michel y los arenales foto de internet.
La arquitectura del Monte San Michel y su bahía están el sitio turístico lo más visitado en Normandía. Clasificado como monumento histórico en 1874, el sitio pertenece desde 1979 en la lista del patrimonio mundial del Unesco.
Abadía en la roca
El Monte Saint Michel, edificado entre arena y cielo, fue una de las más fabulosas realización de la Media Edad. Estará, sin duda, atónito por la magia de su arquitectura monástica que parece emerger de los aguas de la bahía. Descubrirá, durante el circuito, la ciudad medieval, la Abadía del Monte Saint Michel, centro de peregrinación de la Media Edad, y todos los lugares muy reputados del Monte. Nuestro guía le indicará los lugares inolvidables del sitio. Tuvimos e tiempo libre para visitar el Monte Saint Michel, admirar la bahía, pasearse en las murallas y las calles escarpadas del pueblo
La magia de las mareas
Lo que hace único al Mont Saint-Michel son las mareas. Situado en el escenario de las grandes mareas de la Europa Occidental, el mar convierte la abadía y la ciudadela que las rodea en un territorio inexpugnable. El fenómeno tiene lugar dos veces al día, transformando completamente el paisaje y el entorno, aislado, de modo que sólo es posible acceder al monte a través de un puente-pasarela a los pies de la roca.
vistas desde la Abadía.
Fundada a principios del siglo VIII en el emplazamiento en el que el arcángel San Miguel se había aparecido hasta en tres ocasiones al obispo de Avranches, el santuario se ha consolidado como una de las construcciones más espectaculares de la arquitectura religiosa de la Edad Media. A su alrededor una diminuta ciudad -la antigua Corps de Garde des Bourgeois- completa un paraje de ensueño que atrae cada año a más de tres millones y medio de turistas y que se ha convertido en el segundo lugar más visitado del país.
La visita de la abadía fue muy interesante y misteriosa como su historia.
LA HISTORIA DE LA ABADÍA DE MONT SAINT-MICHEL
Desde ese lejano 709 –cuando se consagró la primera iglesia– hasta hoy, la abadía de Mont Saint-Michel no ha hecho más que crecer tanto físicamente como en importancia.
En el siglo X una comunidad benedictina se estableció en la roca y construyó tres capillas. En el XII, una iglesia románica sobre una de las capillas. La comunidad siguió creciendo, llegando a reunir unos 60 monjes, y se construyeron las primeras casas en la base de la roca: así nació el pueblo de Mont Saint-Michel. Bastión inexpugnable durante la guerra de los Cien Años, sus murallas y fortificaciones, añadidas a los edificios religiosos, la convirtieron en un ejemplo de arquitectura militar. En los siglos XVII y XVIII se construyó la abadía gótica con arbotantes que vemos hoy en día. En el siglo XX, el derrumbamiento de un edificio obligó a que se construyeran los contrafuertes que “completan” la roca para crear la imagen que tenemos hoy en día.
Tras la Revolución Francesa, cuando los benedictinos habían abandonado la abadía, fue convertida en cárcel. La prisión se mantuvo hasta mediados del siglo XIX. Momento en que comenzaron a llegar los primeros “turistas”: escritores y pintores románticos atraídos, como todos lo seguimos estando hoy en día, por la silueta de la isla, sus mareas y su arquitectura imposible.
Una curiosidad: Mont Saint-Michel, el símbolo normando por excelencia, fue Bretaña durante poco menos de 60 años. El rey Salomón de Bretaña ayudó a Carlos el Calvo a defenderse de los vikingos en el siglo IX y, a cambio, se quedó con esta parte de Normandía entre el año 867 y el año 933. Todavía hoy, a pesar de que la “historia bretona” de Mont Saint-Michel haya sido muy breve, muchos bretones la sienten como suya y en los mapas de Bretaña verás casi siempre incluida la isla normanda.
Si, como nosotros antes de visitarla, crees que la abadía de Mont Saint-Michel es sólo el edificio en la parte superior de la isla, con la iglesia y su torre sobre la que se sitúa la estatua del arcángel, estás muy equivocado.
No se encuentra situado, como suele ser habitual, en centro del monasterio y no se comunica con todo el resto de edificios. Su función es puramente espiritual: la meditación de los monjes. Tres arcos dan al mar y al vacío, concebidos originalmente como la entrada de la sala capitular que finalmente nunca fue construida. Las columnas, dispuestas en quincunce se construyeron con piedra caliza importada de Inglaterra aunque posteriormente fueron restauradas utilizando conglomerado de Lucerna.
Nada más cruzar la muralla y entrar al pueblo, los carteles dan una pista: tres plantas y veinte salas. La prueba definitiva, más allá de la propia visita, aparece al llegar a la entrada. Está poco más arriba de los tejados de los primeros edificios. ¿Tan abajo? Sí. Eso significa que, desde ahí hasta la punta de la espada de la estatua, todo es abadía de Mont Saint-Michel.
El claustro
En el centro alberga un jardín medieval recreado en 1966 por el monje benedictino Bruno de Senneville, interesado en la botánica. En la zona central una serie de bojs forman un recuadro rodeado por 13 rosas de Damasco. Plantas medicinales, hierbas aromáticas y flores, en parterres encuadrados por cinerarias marítimas, simbolizan las necesidades cotidianas de los monjes en la Edad Media.
El pueblo es medieval y conservan las calles y las casas muy bonitas para el turismo. Muchas tiendas de pitxias y regalitos de recuerdos. Si en un bar o cafetería comes o tomas algo prepara al cartera porque todo es caro, Nos cobraron por dos cafés y un crep, mas de 15€. Hasta el agua es cara, pero claro es Francia y además turística. Os pongo unas fotos del pueblo y el ambiente.
En el siglo X una comunidad benedictina se estableció en la roca y construyó tres capillas. En el XII, una iglesia románica sobre una de las capillas. La comunidad siguió creciendo, llegando a reunir unos 60 monjes, y se construyeron las primeras casas en la base de la roca: así nació el pueblo de Mont Saint-Michel. Bastión inexpugnable durante la guerra de los Cien Años, sus murallas y fortificaciones, añadidas a los edificios religiosos, la convirtieron en un ejemplo de arquitectura militar. En los siglos XVII y XVIII se construyó la abadía gótica con arbotantes que vemos hoy en día. En el siglo XX, el derrumbamiento de un edificio obligó a que se construyeran los contrafuertes que “completan” la roca para crear la imagen que tenemos hoy en día.
Tras la Revolución Francesa, cuando los benedictinos habían abandonado la abadía, fue convertida en cárcel. La prisión se mantuvo hasta mediados del siglo XIX. Momento en que comenzaron a llegar los primeros “turistas”: escritores y pintores románticos atraídos, como todos lo seguimos estando hoy en día, por la silueta de la isla, sus mareas y su arquitectura imposible.
Una curiosidad: Mont Saint-Michel, el símbolo normando por excelencia, fue Bretaña durante poco menos de 60 años. El rey Salomón de Bretaña ayudó a Carlos el Calvo a defenderse de los vikingos en el siglo IX y, a cambio, se quedó con esta parte de Normandía entre el año 867 y el año 933. Todavía hoy, a pesar de que la “historia bretona” de Mont Saint-Michel haya sido muy breve, muchos bretones la sienten como suya y en los mapas de Bretaña verás casi siempre incluida la isla normanda.
No se encuentra situado, como suele ser habitual, en centro del monasterio y no se comunica con todo el resto de edificios. Su función es puramente espiritual: la meditación de los monjes. Tres arcos dan al mar y al vacío, concebidos originalmente como la entrada de la sala capitular que finalmente nunca fue construida. Las columnas, dispuestas en quincunce se construyeron con piedra caliza importada de Inglaterra aunque posteriormente fueron restauradas utilizando conglomerado de Lucerna.
Nada más cruzar la muralla y entrar al pueblo, los carteles dan una pista: tres plantas y veinte salas. La prueba definitiva, más allá de la propia visita, aparece al llegar a la entrada. Está poco más arriba de los tejados de los primeros edificios. ¿Tan abajo? Sí. Eso significa que, desde ahí hasta la punta de la espada de la estatua, todo es abadía de Mont Saint-Michel.
Vídeo de Monte Saint Michel
Un islote rocoso frente a la costa no pasaría desapercibido, pero de ahí a construir una abadía, fortificarlo, convertirlo en lugar de peregrinación… ¿Por qué se eligió Mont Saint-Michel? La respuesta real no la conocemos, pero para ello sirven la leyendas, en este caso la que está representada en un fresco dentro de la abadía. El arcángel San Miguel se apareció al obispo de Avranches, el que se convertiría en saint Aubert, pidiéndole que construyera un santuario en su nombre en lo alto del entonces llamado Mont-Tombe. Aubert d’Avranches no estuvo muy receptivo y, después de dormirse, se olvidó del tema. El arcángel se volvió a aparecer y, de nuevo, saint Aubert hizo oídos sordos. Mala idea hacerle eso al jefe de la milicia celeste. En su tercera aparición, tocó con su dedo la cabeza del obispo y le hizo un agujero en el cráneo para que no se volviera a olvidar. El recordatorio tuvo su efecto y el obispo mandó construir el santuario en el año 708.
Vimos esta película de este lugar el otro día en tv.
La sombra del Monte Saint Michel
¡¡Espero que os guste!!
Si deseáis ver otra parte de este crucero, podéis leer estos enlaces.
Información de Wikipedia y alguna página turística, algunas fotos son de Archivo, no le he puesto indicación por que al ponerla se mueve y ya bastante trabajo me ha dado poder colocar bien este post.