El crujir de las hojas les recuerda lo solos que estánhoy cuando se asoman al jardín de la casa, ya nadie pasa por allí. Cuanta algarabía
había hace unos años, los gritos de los niños, la alegría de los vecinos y el
corretear de los perros. Cuanta añoranza de aquellas fiestas que al son del
tamboril bailando todos juntos. El mal humor del hombre y su pelaje hizo que la
gente huyera despavorida.
La misma casa por detrás, una toma de mi compañero Ignacio Castro ¡Magnífica!
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