Desde
una viga del techo pendía de un hilo, llevaba
allí mucho tiempo. Al principio, casi no se percibía con la vista. Cada día la
miraba y crecía. Entre la viga y el techo, formaba su casa, cada vez más
amplia, pero allí estaba desafiante, en espera un insecto de se paseara por su
casa. Las moscas y mosquitos se quedaban enganchados en la tela. Ella se
alimentaba de los insectos muertos.
En la noche de Halloween tocaron a la puerta los niños de los
vecinos con las calabazas encendidas pidiendo un aguinaldo, les hice
pasar al hall de la casa. Sobre la mesa les había preparado unos dulces y
caramelos que compré en el supermercado, con figuritas para esta fiesta.
Mientras los comían, el más pequeño de los niños, dejó sobre la cómoda su
calabaza encendida, le daba la luz directa de la vela al techo, la tela de seda
brillaba. Cuando los niños se marcharon contentos, yo me quedé mirando mi araña.
Siempre me dieron mucha grima las arañas y nunca me atrevía
a matarla. A esta le cogí cariño. Me acostumbré a verla laborando su casa. La
consideré más que un arácnido un animal de compañía.
198 palabras
Escrita
para el concurso de Escribiendo que es gerundio. Alrededor de un tema. Palabras
Araña, Calabaza, muerte.
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