¡No, no me oyes! o más bien no quieres escuchar lo que te digo. ¡No te interesa nada! ¡Estás ausente! Tienes que sacrificarte un poco más o poner más atención. Has dejado tus actividades. Ya has dejado de salir y caminar, de oír, de comer. No es buena esa actitud ¿Quizás quieras más bien dejar de vivir? Pero debes de esperar tu hora marcada por Dios.
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