Juan estaba buscando cangrejos en el río. Levantó una piedra había cuatro patacones. Los cogía por el lomo, pero se descuido y uno le pinzó el dedo.
—¡Ay que dolor! - se sacudió el dedo.
Una mujer rubia se estaba peinando sus rubios cabellos en la orilla del río, al verlo se río de él y le dijo:
—Es mejor que pesques truchas.
—Pero aquí no hay truchas solo es un riachuelo.
—¡Que inocente eres Juan! te crees solo lo que quieres saber.—Si me acompañas te enseño mi morada.
Juan le siguió, le llevó a su cueva que estaba en la cara oeste del monte. Allí cocinaron los cangrejos y las truchas. Estuvieron hablando, largo rato. Mari le regaló un anillo que puso en su dedo.
—¿quieres casarte conmigo? -Le pidió Mari.
Juan todo enamorado, fue a su casa y se lo contó a su madre.
—¿Quien es esa mujer?
—Es muy bella, vestida de rojo, vive en una cueva.
—¡No es una mujer! es una Diosa. ¿Te has fijado en sus pies? tiene garras de ave. No te debes casar con ella, Mari la Dama de Amboto se bebe la vida de los hombres y los hace infelices.
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