Cuelgan de las cuerdas de la del quinto entre las ropas a secar hay unos colgajos que no se parecen nada a tela. Son como peladuras de melocotones que las seca al aire. Nada hace adivinar que la vecina del quinto recibe visitas nocturnas y nos extraña que nunca hay ruido en su casa. Se pasa la noche enamorando a los hombres que caen en sus garras con una escena erótica fuera de lo habitual. Lo que no sabemos es que les corta la piel a tiras y se teje bonitos jersey de piel humana.
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