miércoles, 24 de agosto de 2016

Relato para el CONCURSO CUENTOS DE MAFIOSOS : Mafia Rumana

Tabita y su niña
 Para el Circulo de Escritores    

Era un día de invierno al mediodía. Salí de trabajar, me dirigía a casa a comer. Una joven embarazada me pidió ayuda, con mirada desconfiada tras la que, se escondían unos preciosos ojos negros, tenía hambre.  No llevaba mi monedero, me dio lástima. No lo pensé dos veces, la invité a casa a comer. Ella apenas comió, dijo que no podía meter bocado en el estómago, porque se le cerraba. Tabita era moldava. Quería limpiar mi casa. Tenía una niña pequeña y necesitaba dinero para comprarle cereales para su biberón. Le compre cereales para su  hija, le compré comida.  Le deseé  suerte. 



 Tabita volvió a mi casa, con su niña recién nacida. Me dijo que nunca se había encontrado con nadie tan buena. La invité a merendar y le di 20€ para la niña. Se marchó agradecida, quería limpiar mi casa. Yo por supuesto no acepté, solo le dije que cuando necesitará algo que aquí me encontraría. 



 Vino durante un tiempo, con la niña, estaba embarazada de nuevo. Sin marido, ella  dijo  que se dejó engañar por un hombre. 

  Venía desde Bilbao y cada vez  que me visitaba le daba 20€. Volvía de vez en cuando, le ayudaba, unas veces le daba dinero y otras le daba comida. Dejó de venir, pensé que se habría ida a su pueblo en Moldavia.  El último día me contó su historia:

Estuvo controlada por una mafia de rumanos, cada vez que pedía mendigando, le quitaban el dinero. Tabita fue reclutada hace años en una su pueblo de Moldavia. «Un hombre  prometió a su padre un buen trabajo en España. Le pagó 80 euros,la montaron en autobús con unos paisanos. le dieron a escoger la forma de mendigar: tirada en la calle, en los semáforos o prostituirse. Quería volver a su país, pero no la dejaban, porque dicen que les debía mucho dinero. Tenía que paga a su jefe 30 euros cada día por pedir en la calle. Vivía en Bilbao en una casa vieja.

La dejaban cada mañana con una furgoneta en una ciudad con unas mantas, cartones y un vaso con unos pocos céntimos, como herramientas de trabajo. Pasan las horas y el frío acecha decía. Tomaba café caliente y la ayudaba a entrar en calor. 

Un hombre rumano, vestido con americana, camisa blanca, se acerca acompañado de una mujer. Tabita  desaparece con ella, mientras el hombre se queda mirando fijamente al otro mendigo. «Oye amigo, aquí pedir dinero es un trabajo. Si quieres seguir, me tienes que pagar para que te proteja. Ésta es mi zona, si saben que trabajas para mí, nadie te hará daño», le dice en tono amenazante. Es uno de los que dirigía la mafia. Incluso abusaron de ella. 

Pudo librarse de los mafiosos cuando  estaba embarazada, la echaron a la calle. La había manipulado todo el tiempo, en estos momentos pudo huir, escapada de los que la dominaba. Fue a la policía y denunció, pudo ponerse en contacto con su familia. Los mafiosos fueron detenidos. 

 Volvió por última vez, no quiso irse si dejarme un recuerdo. Me regaló un reloj de ella, quiso que yo lo guarde. Me dijo que nunca me olvidará, si algún día vuelve a España, vendrá a visitarme.

Yo con la  niña de Tabita 
  Esta historia fue un hecho real, y las fotos están tomadas en mi casa.







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