Ancianos de la residencia donde trabajo |
Poco antes de que los domingos fueran amargos, juntos con amigos íbamos de paseo, a la playa, al monte. Ahora ya no estamos juntos. Mis domingos los paso junto a personas que me necesitan más. Ellos esperan mis atenciones. Ellos están en el atardecer de la vida, requieren de mis cuidados.
— No te importe amor, hay otros días de la semana para pasarlo contigo.
Consigo con mi compañía que los domingos no sean amargos para ellos. Solo con mirarles la cara y ver su alegría al verme, lo compensa todo.
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