—¡Buenos días! -Dije delante del puesto de la carnicería en la plaza de abastos, mientras espero mi turno. —Y nada, la gente a lo suyo ,muda, ni a los buenos días contestan. ¿Qué poca educación? Nada, cada persona a lo suyo.
Al rato, me dice el carnicero:
—¡Buenos días Carmen!-A veces las palabras son como piedras sueltas, que no tienen vuelta, no se oyen. Son palabras invisibles, ni escritas se ven, ni se leen. ¿Carmen cómo hoy tú por aquí? ¿Qué pasa, está Pepe malo?
— ¡No qué va! es que como hoy me venía de paso, hoy compro yo.
— Pues se nota que hoy no está tu marido, porque él alborota el gallinero.
—Las mujeres le adoran, y encima, que buen humor tiene, el joio.
— Yo sabía que Pepe era muy charlatán y ponía marcha en la cola de la carnicería, ya me lo dijo Pepita una vez.
—Todas las mujeres lo admiran, cómo hace de bien la compra. Nunca compra de más, ni de menos. Eso sí, cada día entra en la carnicería para comprar y arma la marimorena.
—Y eso a las mujeres les da marcha. Por eso hoy es diferente.
Hay un silencio sepulcral.
198 palabras
Este relato es para el concurso Escribiendo que es Gerundio
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