Me levanto de la cama cansada, no puedo más, he dejado de vivir para convertirme en un cadáver humano. Mi mente me incita a destruirme. No me deja de acosar, me dice que la vida no merece la pena, mi vida es un sin vivir. Ya no me reconozco de cómo era, no soy la misma, me he transformado en un monstruo que no quiero existir. Me siento muy pequeñita, enana, diminuta, que apenas se ve, ya no tengo ilusión por nada, ni por nadie, ni por el trabajo, ni por las fiestas, ni por los espectáculos, ni por conocer mundo. Me he vuelto invisible para mis amigos y amigas, por mi familia. Estoy rodeada de comodidades y de cosas para entretenerme y no me llenan. Mis cosas no sé qué harán con ellas pero, no me importan, a mí ya no me hacen falta. Las musas también me abandonaron hace tiempo y las palabras ya no asoman en mi mente. El olvido es constante y me duele todo, sobre todo el alma. El dolor me mantiene viva y mientras tengo dolor estoy en este mundo. Pero ya no quiero ese dolor. Ya no me interesa este mundo, con lo bello que es, ni ningún otro mundo. No deseo ni ir al cielo, ni al paraíso, no creo en eso, ni en las religiones, ni en Dios si es que lo hay. Sólo deseo dejar de existir. Tenía miedo a la muerte y ahora no, tenía miedo a que me enterraran en un ataúd, pues si, lo sigo teniendo así que, lo que deben hacer con mi cuerpo cuando me muera es envolverme en una sábana y quemarme. No quiero ser sólo polvo, ni partícula. Quiero desaparecer y que nadie se acuerde de mí. Así que con esta misiva me despido de la gente que me ha querido, si alguna vez me quisieron, de mis amigos de las redes sociales, de Twitter, de Facebook, de Google. Desapareceré en silencio y sin hacer ruido.
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