Amigos estoy muy parada en tema blog y no se cuando volveré a activar nuevos posts. Mientras eso ocurra os voy a reponer un relato por entregas que escribí con ideas de que fuera una novela. Espero que quien no la hayan leído les guste.
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Dibujo para acompañar este relato pintado por Mamen Piriz a pastel |
Carmina se incorporó bruscamente en la
cama. Quedó sentada con los ojos muy abiertos y la respiración entrecortada.
Con el dedo índice detuvo el recorrido de una fría gota de sudor que se
deslizaba entre el surco de sus pechos dentro de su amplio camisón. Acaba de
tener una pesadilla. Ha nadando hasta alcanzar las escaleras de herrumbre negra
adosadas a la piedra musgosa de la base de un pequeño faro, situado en el medio
de un arrecife de planchas de pizarra a un cuarto de milla de la costa. El
fulgor repentino del sol iluminaba tenue el horizonte primaveral. La mujer
apoyaba la espalda en el muro. De repente, el cielo se encapotó de nubes
negras, irrumpió un vendaval, el ruido ensordecedor del trueno pareció remover
las aguas como si fuera el anuncio de una trompeta del Apocalipsis. Olas
gigantescas estrellaban el contraste de agua sucia y blanquísima espuma contra
las desvencijadas paredes de piedra el faro. El nivel del agua irrefrenable. Un
rayo iluminó la cercanía de una ola tan
alta como una casa de seis pisos que, al instante, barrió la plataforma hasta
ocultarla en su totalidad. La marea había engullido el faro en la oscuridad de
un dantesco remolino. En un instante se despertó la angustiada Carmina.
Su marido dio un pequeño giro en la cama matrimonial,
murmuró algo ininteligible y siguió durmiendo tras el inicio de un leve
ronquido. Carmina enjugó el sudor de su rostro con un chorro de agua fría en el
cuarto de baño. Se dirigió a la sala, cerró la ventana y, acompañada por la azulada
claridad de la luna llena eligió un libro en la estantería donde se amontonaban
un par de docenas de volúmenes además de una lujosa enciclopedia. Cubrió con
una bata su indispuesto cuerpo a causa del destemple, tomó asiento al borde de
una butaca con respaldo de madera color palisandro, encendió la luz de una
lámpara halógena de la mesa contigua y empezó a rebuscar en las páginas del
libro, publicado por una editorial especializada en temas esotéricos y
parapsicológicos. Se titula "Diccionario de los Sueños".
Fija su
atención en los términos ”Faro y nadar
en alta mar”. Según el diccionario soñar con un faro visto de día significa
que te mueves en medio de dificultades y nadar en alta mar conduce a la idea
latente de que se está muy alejado de la solución de los propios problemas. En el curso de
Psicología que Carmina estudió en el bachillerato aprendió que el psicoanálisis
y sus deducciones carecen para algunos, de rigor científicos, ya que conceptos
como complejo de Edipo, de ello o el significado oculto del mundo crítico no
existen una prueba experimental. Sin embargo, la capa prelógica de su cerebro
dista mucho de rehusar esas intuiciones freudianas. Si esta joven mujer aún
admite que su existencia está erizada de
problemas y dificultades. El dorado reloj de estilo neobarroco colocado encima
del televisor señala las cuatro y veinte, Carmina suspira profundamente, se
levanta de la butaca y extrae de un cajón del mueble bar el álbum de portada
nacarada. Mira hacia la puerta para cerciorarse de que su marido y sus hijos
continúan acostados. La calma nocturna se altera de vez en cuando por el ruido
de los coches que atraviesan la carretera. De nuevo el silencio, tal vez
excesivo silencio. Sin más ensayos ha abierto el álbum en la página justa, allí donde conserva una
postal manuscrita. Ha acertado con la precisión que nos presta la intuición
para encontrar las cosas que más apreciamos. La tarjeta contiene una docena de
líneas de escritura. Carmina lee por enésima vez la frase de despedida..."
Como me gustaría que nos volviéramos a encontrar pero en otro lugar diferente
al que nos conocimos...". Estrecha la postal contra su pecho y la guarda
en el armario.
Entra en el dormitorio y observa a su marido en la
oscuridad. Continúa durmiendo en la misma postura en la que lo dejó antes. Duda
un instante si acostarse pues cuando está en la cama su cabeza se transforma en
un hervidero de vivencias contradictorias a veces, o en un avispero de
dolorosas paradojas en otras. Se ha despojado de la bata, abre un pequeño hueco
entre las sábanas para no despertar a su acompañante hasta que el esfuerzo por
introducirse por tan angosto espacio le sube el camisón hasta descubrir sus
blancos muslos.
Su marido se levanta al amanecer y ella necesita dormir
las dos horas escasas que le separan del ruido del despertador. Rebusca en su
mente imágenes neutras un prado de manzanillas, el rumor de aguas tranquilas en
una playa desierta, pero es el recuerdo de su amigo Salvador quien golpea sus
sienes como un ariete contra el portón de una fortaleza medieval a punto de
caer conquistada. Su soledad es azul como el reflejo del cielo estrellado. Está
tejido de melancolía, ansiedad y remordimientos, pero también de alegrías y
emociones. La noche es el refugio insomne de los recuerdos prohibidos, de las
fantasías que languidecen en la frontera de lo irracional y lo impulsivo hasta
transportarnos al prodigio erótico.
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Atardecer desde Zarautz vista ratón de Getaria, Pintado al óleo por Mamen Píriz |
Continuará...
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