A veces cuando vamos por la carretera en puntos estratégicos nos encontramos ramos de flores, unas de tela o plásticos y otras flores frescas y sabemos por deducción que en ese lugar ha habido un accidente de tráfico y que hay familias que ha perdido a un hijo, un marido, amigos y sobre todo personas jóvenes en lo mejor de la vida. Por eso os voy a poner un reportaje que leí en el periódico Deia sobre este motivo. Aparte que me ha llamado la atención es por que en estas noticias está Toñi una amiga de las que tomamos el café los martes en Ermua que perdió a su marido camionero de profesión hace ya 8 años y es una de las protagonista y quiero hacerle un homenaje publicando el reportaje.
Toñi y Lauri, mujeres tras los ramos de flores que salpican las carreteras
Detrás de los ramos que salpican las carreteras hay mujeres como Toñi, que
espera que las flores que le pone a su marido sirvan de “aviso”, o Lauri, que
las coloca en memoria de su hijo para “intentar crear vida donde ha habido
muerte”
UN REPORTAJE DE ARANTZA RODRÍGUEZ - Domingo, 19 de Junio de 2016 - en el periódico Deia.
FLORES REGADAS CON LÁGRIMAS
Toñi Oliva sujeta la foto de su marido fallecido, Antonio Cid, junto a las flores que tiene puestas en su recuerdo en la carretera N-634, a su paso por Galdakao. (Pablo Viñas)
Toñi Oliva le compra flores frescas a su marido por su cumpleaños, en su santo, en San Valentín... Pero no se las pone en un jarrón, sino en el arcén de la N-634 por donde salió despedido su camión para terminar volcado, dos metros y pico más abajo, a la orilla de un riachuelo, en Galdakao. “Se las cojo claritas, porque con el polvo de los coches se manchan mucho”, detalla esta vecina de Ermua, que desde que perdió a su esposo, Antonio Cid, el 28 de abril de 2008, no descuida este pequeño memorial a pie de carretera. “Un compañero que pasa a diario por allí me suele avisar cuando están feas. También algún transportista”, cuenta Toñi, que se apresura a reponer las flores artificiales y añade unas naturales en fechas señaladas, como el aniversario de la muerte. “A veces estoy un ratito. Otras no, porque es muy mal sitio y hay mucho tráfico”, explica.
A Toñi le contaron que su marido se salió de la calzada tratando de esquivar a otro camión que, al parecer, invadió su carril, pero el testimonio no fue “dado por válido” y no le quedaron ganas de denunciar. “No quería follones. Iba a revivir todo y a él no me lo iban a devolver. El dinero me da igual, así que no hice nada. ¿Para qué? ¿Para tener disgustos?”, comenta. Tras derribar 27 metros de quitamiedos de hormigón, el camión acabo precipitándose. Su marido murió una hora después. Antes siquiera de poder identificar su cadáver, tuvo que encargarse de llamar a una grúa para retirar el vehículo. “Me tuve que hacer la valiente, no sé de dónde sacas fuerza en esos momentos”, dice.
Descartada la posibilidad de erigir una cruz, Toñi se decantó por los ramos. “Si todos pusiéramos flores, esa carretera sería un cementerio. El Día de Todos los Santos hay muchísimas”, atestigua ahora que las mira con otros ojos. “Trabajo en Elorrio, hay un ramo en unas curvas muy malas y siempre voy más despacio. El ramo me frena. El otro día me decían unas chicas que distrae. Para mí es un aviso. Más distraen los clubes que hay por la carretera y las propagandas”.
Lauri Fernández junto al guardarraíl de la BI-2710, en Galdames, que segó la vida de su hijo, Zendoa Raya.
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