Desde una viga del techo, cuelgan los manjares exquisitos que nos alimentarán
todo el año. Aquellos que participamos troceando,
aliñando y probando ¡Todos a una! Qué suerte tener un lugar para guardar esas pitanzas. No me puedo olvidar de tu estampa, allí en aquel cuartucho a la luz de la lumbre
mirando fijamente para el techo. Estabas
orgulloso del trabajo bien hecho. Pero hombre, tampoco es para tanto, pasar
allí la vida vigilante para evitar a los cacos.
Mi primo dueño de la finca , se quedaba cuidando los manjares |
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