Cerró los ojos y sopló las velas. Pidió un deseo que nunca se cumplió. Lo pedía cada año y su vida no cambiaba. La calamidad se había alojado en su vida y estaba perenne. Necesitaba un cambio pero nadie quería hacerlo. Visitaba a los mejores cirujanos plásticos del mundo. Le decían que su belleza era de lo más peculiar y que no se podía disfrazar. Ser un felino no era la mejor opción.
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