Seguimos con la historia del castillo de Chenonceau y sus habitantes mujeres. A la vez os muestro parte del interior del castillo.
Una de las salas más destacables del Castillo de Chenonceau es el aposento de Catalina de Médicis, con un increíble techo de madera pintada. Destacan también los tapices, la cama y una pintura de Le Corrège, sobre madera, que está a la derecha de la cama.
Catalina de Medici siempre había querido para ella el castillo de Chenonceau así que una de las primeras cosas que hizo a la muerte de su marido fue expulsar a su amante y recuperarlo. Ojo, que expulsó a Diana de Poitiers pero, a cambio, le dio el castillo de Chaumont-sur-Loire, tampoco quedó en la indigencia.
A Catalina le gustó la idea del puente sobre el río, pero le dio un toque mucho más palaciego construyendo sobre él una galería de dos plantas que servía como sala de baile, recepción y fiesta. Desde Chenonceau controló el destino de Francia durante sus tres regencias.
Galería Médicis
En la primera planta encontramos la Galería Médicis, que alberga una colección inédita de pinturas, tapicerías, muebles y diversos objetos de arte.
Entramos en el castillo y nos sumergimos en el lujo del Renacimiento francés. La primera sala con la que nos encontramos fue la de guardia. Estamos seguros de que, en el momento en que la guardia estaba aquí, la decoración era más austera. Hoy, tapices flamencos cuelgan en sus paredes y bargueños góticos y estilo Renacimiento –donde se guardaban la plata y los tapices que acompañaban a la Corte de un palacio a otro– decoran la estancia.
El Castillo de Louise Dupin y la revolución francesa
El castillo de Chenonceau recuperó su esplendor con Louise Dupin en el siglo XVIII. Montesquieu, Voltaire o Rousseau eran habituales en sus tertulias. Su amistad con estos personajes le ayudó a salvar el castillo de la Revolución Francesa.
El castillo de Chenonceau recuperó su esplendor con Louise Dupin en el siglo XVIII. Montesquieu, Voltaire o Rousseau eran habituales en sus tertulias. Su amistad con estos personajes le ayudó a salvar el castillo de la Revolución Francesa.
El castillo de Marguerite Pelouze, el siglo XIX
Marguerite Pelouze decidió devolver el castillo de Chenonceau a la época de Diana de Poitiers… aunque acabó arruinada y malvendiendo el castillo. Para llevar a cabo esta “restauración” contrató al arquitecto Roguet, un discípulo de Viollet le Duc, el Carcasona.
Siguiendo el recorrido, llegamos al aposento de Diana de Poitiers que está decorado con un retrato de… Catalina de Medici –la rivalidad de las dos mujeres llega hasta hoy en día–. En la chimenea y el techo se aprecian las iniciales de Enrique II y de Catalina de Medici, H –en francés Henry– y C. Una curiosidad: la unión de las iniciales da lugar a una D, que podría ser de Diana de Poitiers. La cama con baldaquín y el resto del mobiliario, los tapices flamencos y hasta una virgen de Murillo nos dejaron con la boca abierta… y no había hecho más que empezar. Estaba claro que el interior rivalizaba con el exterior en belleza.
Galería
Saliendo del aposento de Diana de Poitiers se llega directamente a la Galería a través de un pequeño y estrecho pasadizo. Con 60 metros de largo y 6 de ancho, tiene 18 ventanas y en los extremos, dos chimeneas. Durante la Primera Guerra Mundial sirvió como hospital cuando Gaston Menier, el propietario de Chenonceau decidió que todas las salas del castillo se ocupasen como hospital.
Durante la Segunda Guerra Mundial Cher representó una línea de demarcación, que separada la zona ocupada, la entrada del castillo, de la que no, por lo que esta galería sirvió para que la Resistencia pudiese pasar a mucha gente a la zona libre.
El castillo de Somone Menier, el hospital de la Primera Guerra Mundial.
Durante la Primera Guerra Mundial, la galería del château de Chenonceau funcionó como hospital gracias al dinero de la familia de chocolateros Menier. Por allí pasaron 2.254 heridos. Simone Menier era la enfermera jefa y la administradora del hospital. Se cuenta que los heridos pescaban en el río Cher desde las ventanas de la galería.
Luisa de Lorena, la última reina en Chenonceau
De blanco riguroso –el color del luto en la Corte de la época– por el fallecimiento de su marido Enrique III –uno de los hijos de Catalina de Medici– pasó Luisa de Lorena sus últimos años encerrada en el castillo de Chenonceau. Fue la última reina que ocupó sus salas.
Las salas siguientes, el gabinete verde y la biblioteca, fueron el centro del poder de Catalina como regente de Francia. En el gabinete, las únicas iniciales son las suyas: dos C entrelazadas –nada de juegos con la D–. Cuadros de Tintoretto, Jordaens, Ribera, Veronese o Van Dyck decoran el gabinete. El techo artesonado de la biblioteca se considera uno de los primeros de este estilo de Francia.
Todavía en la planta baja quedaban por visitar el salón Francisco I –con una espectacular chimenea del Renacimiento– y el salón Luis XIV –con un retrato del rey para recordar su paso por el castillo–. De nuevo en el vestíbulo, se llega a la escalera de subida. No podíamos evitar pararnos a cada paso para fijarnos en todos los detalles: mobiliario, decoración, suelos, techos.
Las cocinas
En la zona baja del Castillo de Chenonceau, en los dos primeros pilones en el lecho del Cher, está ubicadas las cocinas del castillo en varias salas. Destaca la zona del comedor, la carnicería, la despensa y el puente, que es la zona por la que se accede a la cocina.
Salimos del castillo un poco cansados de tantos aposentos y cosas bonitas. Pero es para volver cuando se pueda y quedarnos en la zona de estos castillos porque se ven pueblos preciosos.
Después de esta visita nos dirigimos hacia Angulema para cenar y descansar.
¡¡ Espero que os haya gustado!!
¡Hola!
ResponderEliminarPies como siempre una entrada muy educativa y con unas fotos maravillosas.
Feliz noche.
Muchas gracias Marigem por ser tan fiel a mis posts. Yo ando muy atareada y apenas tengo tiempo de visitaros, a ver cuando me relajo. Un abrazo.
EliminarEsta excursiones son muy instructivas, sobretodo de una manera de vivir que se nos antoja excesivamente lujosa, frente al pueblo, falto de todo.
ResponderEliminarGracias por compartir tus experiencias. Un lujo ir de tu mano. Un abrazo
Albada eran tiempos de riquezas para los reyes y no sabemos si ahora viven tan bien, quizás vivan con más sencillez pero no les faltará de nada. Solo hay que ver las revistas del Hola. Así lo ví y así lo cuento. Un abrazo.
ResponderEliminarAmo todo lo que sean castillos y solo los conozco por imágenes. Gracias por las bellas imagenese. Me servirán para volar en sueños Hasta ellos!
ResponderEliminarMe alegro que te gusten los castillos, estos que hemos visto en Francia son preciosos. Soñar es maravilloso. Un abrazo.
EliminarLos castillos siempre tienen misterios, me pregunto cómo sería vivir en uno de ellos en la Edad Media. Tus fotos nos muestran lo impresionante que son los doseles, los tapices... Muy bonito todo y educativo. Gracias.
ResponderEliminarHe visto castillos medievales bonitos y grandes, vestidos más austeros. En estos franceses
Eliminarvivieron reyes y reinas.Son palacios. Un abrazo.
Muy didáctico todo lo que nos cuentas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Intento buscar información para documentar las fotos. Un abrazo.
ResponderEliminar¡Qué buena entrada!¡Y qué bueno que puedas viajar aorender, disfrutar y compartir tantao material hermoso! Abrazo
ResponderEliminarDisfruto con esos viajes que sin esperarlos llegan a mi vida y puedo aprovechar la oportunidad. Un abrazo.
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