— ¡Me duele la cabeza! ¡Quiero mi gorro
verde! me dice Félix.
—Pero hombre ten paciencia que ya has tomado en
la comida medicación para el dolor. ¡Anda! baja al jardín que hace
buen día y allí te distraes.
Félix obedece y se baja al jardín, desde la ventana
del 2º lo observo y está leyendo una revista. Sigo con mis quehaceres en mi
trabajo y el tiempo pasa.
Le digo a mi compañera:
— ¡Hala, vamos a acostar a la siesta a Félix! está en el
jardín, lo voy a buscar.
Bajo y Félix no aparece, vamos a su habitación y
tampoco está. Lo buscamos por toda la casa y ha desaparecido.
Cuando ya íbamos a salir por la verja a buscarlo, lo
vemos salir de la lavandería con su gorro verde puesto
— ¡Félix! ¿Qué haces no ves que te estamos buscando?
—Fui a por mí gorro verde, ese es el que me quita el dolor de cabeza, no las pastillas que me dais.
163 palabras
Este relato es un homenaje a un hombre que residió y cuidamos durante un tiempo y fue muy entrañable.
Bonita anécdota y buen recuerdo.
ResponderEliminarAbrazos.
Siempre hay personas que nos marcan con sus manías. No sabes que gracioso estaba con su gorro verde, que siempre dormía con el, que no es la visera que tiene puesta. Un abrazo.
EliminarUn tierno relato. Desde luego, los objetos cotidianos que nos han acompañado toda la vida pueden ser mejor terapia que los medicamentos más sofisticados.
ResponderEliminarUn beso.
A este su terapia era dormir con su gorro para que no le doliera la cabeza. Un abrazo.
EliminarBonito homenaje este que le haces. Además, reflejas muy bien la situación de algunos enfermos, se ve que sabes de lo que hablas.
ResponderEliminarUn beso.
Si, son anécdotas que ocurren que te dejan marcada. El pobre falleció, con su gorrito puesto. Un abrazo.
EliminarMuy entrañable Mamen.
ResponderEliminarBesos.
Era entrañable, era un hombre muy cariñoso. Un abrazo.
EliminarUn precioso homenaje el que le has hecho, Mamen.
ResponderEliminarUn abrazo bien fuerte.
Muy buen homenaje para que conste en mi recuerdo. Siempre se nos van gente que se les coge cariño, a pesar de darnos trabajo. Un abrazo.
ResponderEliminarNada mejor que la gorra para el dolor de cabeza. Un homenaje tierno y que denota en tus letras mucho cariño hacía ese ser tan especial.
ResponderEliminarFelices fiestas, y próspero año 2020, Mamen.
Un abrazo
Felices Fiestas Mila. Si este hombre aparte de ser un salado, dormía con su gorro verde, si alguna vez lo habíamos echado a lavar y no lo tenía le dábamos otro y siempre decía que ese no le quitaba el dolor de cabeza. Hace un par de meses se nos fue. Un abrazo.
EliminarSiempre es mejor recordar las anécdotas y lo bueno de la gente que se ha ido. El pobre hombre confiaba más en su gorro verde que en la medicación, je,je.
ResponderEliminarUn abrazo.
El recuerdo es lo que nos queda y a mi no me gusta olvidarme de la gente que me ha tocado cuidar. Es un buen homenaje. Tengo que mostrárselo a su familia , no vaya a ser que no le guste, que lo saque por aquí. Un abrazo.
EliminarJo, qué historia, Carmen. Un personaje entrañable el que nos muestras, y sin duda todos tenemos nuestras manías, pero si no hacen mal a nadie ¡a disfrutar de ellas! Un relato que transpira verdad en su narración. Un fuerte abrazo y Feliz Navidad!!
ResponderEliminarEs una verdadera historia. Era un anciano entrañable con sus manías. Ir por la noche a su habitación y verle con su gorrito verde puesto nos daba ternura. Un abrazo.
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