lunes, 14 de febrero de 2022

ARRUGAS EN LA SABANA " 1ª entrega La noche " 8º cp.


 La noche

      Entrada al hotel en Donosti
                                                                                                                             

Carmina cogía su bolso con fuerza mientras Salvador firmaba en el libro de registros la entrada del hotel. Salvador le rodeó con su brazo y siguieron al hombre a la habitación. Este le abrió la puerta y él entregó una propina. Durante un momento Carmina se mantuvo tensa, nerviosa, pero Salvador la estrecho contra él, le apretó el rostro entre sus manos y la besó.

—Llamaré por teléfono a mi marido -comentó Carmina- descolgó el teléfono y marcó el número:

—Rimmm, rimmm, rimmm...

—Siiii... ¡Hola!, ¿Diga dime?-Carmina dudó en contestar-

—¡Hola, cariño! te llamo para avisarte que no voy a ir a casa, me quedé en Donosti a cenar, me encontré con Eli, mi colega de pintura, está aquí exponiendo en el hotel y estuve viendo su obra, también me quedaré con ella a dormir, ya sabes mañana tengo que estar temprano aquí, así aprovecharé más el tiempo.

—Sí, no te preocupes, yo me arreglaré con los chavales. ¿A qué hora es la inauguración?-Iremos cuando salga David del examen.

—Sobre las siete de la tarde- le espetó su mujer. Ya sabe, la sala está en la calle Zubieta, enfrente de la playa de la Concha.

—¡Vale, sí!, ya sé más o menos por donde está, hasta mañana, Cari.

   Habitación  del hotel donde se alojan
                   
Carmina, colgó el teléfono con un gesto de desagrado, no le gustaba mentir. Es una mujer muy entera. Deseaba amar y ser amada, deseaba ser leal y exigía lealtad. Albergaba dudas acerca de la felicidad en su matrimonio, pensaba en los cuidados que daba a sus hijos, a su marido y en el manejo de todos los trabajos domésticos. Pero la atracción que siente por Salvador le arrastra hasta la mentira y la deslealtad. Carmina dirigió una súbita mirada a Salvador, como de reproche, pero él la rodeó con un abrazo que la distrajo de sus pensamientos.

—Carmina tengo necesidad de comer algo, ¿bajamos al restaurante? -le dijo-

—Bueno, sí, pero no me apetece cenar demasiado, prefiero picar algo en la cafetería. Podemos pedir que lo suban a la habitación, ¿habrá servicio de habitaciones?

—¡Llamaré por teléfono! -Salvador comunicó a recepción el encargo-

Carmina mientras esperaban tomó una ducha, y después la toma él, no había pasado ni media hora un camarero les subió una cena fría.



  Autorretrato pintado al pastel (70 x 65 cms.) por Mamen Píriz 
    

El dormitorio del hotel está en penumbra. Carmina sentada en el borde posterior de la cama matrimonial, se despoja de sus ropas, mientras que Salvador se desviste de pie en el ángulo próximo a la entrada de la habitación.

La artista cubierta solamente con las dos íntimas piezas de lencería, se levanta, le da la espalda al periodista y dobla los brazos hacia el dorso hasta soltar el corchete de su sujetador negro, cuyos tirantes resbalan suavemente por sus hombro. Se vuelve hacia su amante, quién, en su slip, contempla fugazmente el cuerpo semidesnudo de su amada al mismo tiempo que el deseo por fundirse con ella en un abrazo le produce una ansiedad que le oprime el pecho.

Salvador alterna sus caricias en los redondos y proporcionados pechos con el roce de sus dedos que se introducen dentro de las bragas, con la suavidad de una liana en las grietas de las rocas de la selva, en las nalgas de Carmina, quien le corresponde, mientras se besan apasionadamente en los labios, con ligeras caricias en los cabellos de la nuca y en el torso.

El instinto telepático de los enamorados ha producido en ambos la suficiente empatía que hace innecesarias las palabras para comunicarse en los instantes íntimos. Se miran a los ojos y a través de sus dilatadas pupilas reciben el mutuo mensaje de la pasión que les aboca a extenderse en la cama.

Salvador la atrae hacia sí hasta refundirla como sí, boca a boca, muslo con muslo, pecho con pecho, sexo con sexo, la quisiera hacer más suya, adherirse a ella en la inevitable unidad de un solo corazón y un solo cuerpo siameses.

El periodista se ha acomodado encima de Carmina. Intenta encontrar la postura más adecuada para besarla y acariciarla sin que su corpulencia dañe o moleste al frágil cuerpo de su amada.

Los labios y la lengua de la pintora ofrecen una acción mística, explosiva, equiparable a los ritos del sexo sagrado de algunas etnias, hasta el extremo de experimentar el placer que nace del miembro erecto que ya no encuentra acomodo en él oprimiente textil de sus calzoncillos. Su voluptuosidad aumenta cuando percibe en sus dedos la húmeda vagina de su amor. La despoja de las bragas y contempla el cuerpo completamente desnudo de la mujer con los ojos cerrados, la cabeza ligeramente ladeada en la almohada y el ritmo de la respiración algo más alterado.

        Amantes pintado al oleo(100 x 81 cms.)Mamen Píriz

Su deseo más ardientes ni siquiera revierte sobre sí mismo, ya que desearía, por encima de todo, que Carmina gozase, que explotara en la orgía sexual de un auténtico orgasmo y si fueran varios seguidos mucho mejor, pero una fugaz sombra aflige su corazón; ¿por qué, después de tantos contactos y encuentros íntimos no lo ha logrado aún? ¿Debido quizá a que Carmina ejerce un poderoso control sobre sí misma y entiende que, por lo que fuere, no ha llegado todavía el momento adecuado para la absoluta entrega como amante?, O ¿se debe tal vez, a que él sea quien no consigue satisfacerla plenamente?. La asunción de esta segunda posibilidad hiere la autoestima del periodista cuando, por otra parte, debe reconocer que su nivel de apasionado deseo hacia ella queda desbordado casi siempre por la erupción seminal cuando todavía la dulce Carmina busca suficiente textura fálica para su deleite.


   Mano de  Carmina agarrando la  sabana
                                                                               

Continuará...

Derechos  registrados

Mº Carmen Píriz García - registro: 0910304797905





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