Marian era una chica adolescente
preciosa. Tenía unos ojos negros vivos y expresivos. Lucía una melena larga y
morena que, contrastaba con su tez blanca y su cara redonda. Llamaba la
atención por lo dicharachera y guapa que era. Rebosaba salud, pero padecía
de vez en cuando, una fiebre producida por infección de amigdalitis, se le
ponían con pus y le daba mucha lata. Su madre la llevaba al médico y con unos
antibióticos se le curaban.
Al poco tiempo volvía a lo mismo, no
acababa de mejorar su garganta. El médico le mandó a un especialista. Al verle
le dijo, que tomar tantos antibióticos no era bueno y el remedio era operar esas
amígdalas.
Sus padres lo pensaron y decidieron
operarla lo antes posible. Por la Seguridad Social tardaban mucho tiempo
en hacerle la operación. Decidieron que se le operara en privado para que
la intervención fuera más rápida. Eligieron el mejor otorrino
especialista en garganta privado.
No tardaron en concretar el precio, día y
hora para la intervención en la clínica que el doctor tenía en su casa. Los
padres disponían de unos pocos ahorros para pagar la intervención, e
incluso, tuvieron que pedir dinero prestado.
Llegó la hora prevista de la operación
y Marian tenía que ir en ayunas. Sabía que después no podría comer
sólidos en unos días, no se le ocurrió otra cosa que, entrar en una pastelería
y comerse una bomba de crema. Cuando llegaron a la cita la niña dijo que
se había comido un pastel y aun así y todo, el médico decidió
operar. La operación fue bien y Marian volvió a casa un poco
anestesiada y sin sus amígdalas.
Al día siguiente el doctor pasó a ver
a Marian a su casa y revisar su garganta. La casa donde
vivía la familia de Marian era en un barrio humilde y en una casa más
humilde alquilada. Su madre le cambió la cama con sábanas blancas y le vistió
un camisón a estrenar azul. Esperaban la visita del médico a media mañana
y la madre dejó a la niña un rato sola en la cama.
—Nena, dejo un momento la puerta abierta y
bajó a comprar el pan a la tienda. Antes de que venga el doctor.
La tienda estaba al lado del portal por lo
que no tardó en subir. Solo se entretuvo hablando a la tendera, que su hija
estaba recién operada y necesitaba unos zumos de frutas y helados.
Mientras en la casa sonó el timbre
y Marian se levantó a duras penas pensando que, su madre se olvidó la
llave o se cerró la puerta. Con pocas fuerzas y dificultad recorrió el pasillo
hasta llegar a abrir la puerta, que sí estaba abierta, pero el doctor no
entró sin permiso.
Al ver a la niña sola, le ayudó a
regresar a la cama y le revisó la intervención. Le dijo a la niña que todo
estaba en bien y los cuidados que de antemano ya les había dicho. En ese
momento el médico le pidió un beso de
cariño a la niña. ¿Cuál fue la sorpresa...? que la niña no le dio un beso
de cariño, sino que, el médico le dio un beso en la boca
forzando a la niña y mientras le puso su mano en el pecho
pequeño de la adolescente. Eso fue un abuso por parte del médico a su
paciente.
Marian como pudo le dio un gran
empujón al hombre, que se le cayeron las
gafas al suelo. El médico no esperó a que llegara su madre, salió de la
casa y se fue rápidamente.
No había pasado ni dos minutos, la madre
subió a casa y se encontró a Marian llorando. Con sus pocas palabras
que le salían de su garganta la niña le contó a su madre lo que había pasado.
El disgusto y la indignación que recibieron fueron morrocotudos.
— ¡Claro, nena! te puse la cama blanca,
como una palomita de limpia, que sólo se te veía los ojos preciosos y ese
asqueroso te miró con sus ojos de viejo verde.
No pensaron nunca que un doctor tan
distinguido pudiera haber abusado de una niña adolescente aprovechando que la
niña estaba sola e indefensa.
Pero eso no se quedó así, la madre no
quiso decir nada al marido para evitar que la cosa fuera a
mayores. Marian tenía ya novio. Él estaba en la mili y
cuando volvió en un permiso, lo que se hizo fue, llamar al prestigioso doctor
y encararse con él por teléfono. Le dijo que si quería cobrar la
intervención tendría que hacerlo él personalmente. Nunca fue a cobrar la
factura y nunca se la pagaron. Y suerte tuvo el médico que el caso no
trascendiera en el pueblo. Con el paso del tiempo Marian, lo pudo contar
después de que ese médico muriera.
Esta historia fue
contada cuando la adolescente ya es mayor. Hoy en día estas historias están
saliendo a la luz con mucha facilidad pero el paso del tiempo sigue pasando
abusos de toda índole por prestigiosas personas con buenos puestos y
estudios.
849 palabras
ESos casos, que han sido mucho, se escondían muchas veces. En el caso de curas siempre. Con médicos de aficiones insanas quizás menos. Sea verídico o no, que pudiera ser más que veraz, es una lacra eso de aprovecharse el débil.
ResponderEliminarBien narrado. Un abrazo y feliz jueves
Si son casos que pasan y no se denuncian. ¿Qué consecuencias hubiese tenido para ese médico el caso? estaba en una época de mucha fama de buen cirujano. Yo creo que nunca se debe de esconder o callar estos casos por menores que sean. Un abrazo.
EliminarPues menos mal que la cosa no llegó a mayores y quedó en un beso forzado y un tocamiento indeseado. Ahora salen muchos casos a la luz de abusos sexuales cometidos por sacerdotes y monitores de gimnasia, o por productores de cine, pero hubo un tiempo en que se comentaron varios casos de abusos por parte de médicos, especialmente ginecólogos. Todos ellos son basura, y la basura hay que echarla al vertedero, donde debe estar.
ResponderEliminarUn abrazo.
Parece ser que este caso todo quedó ahí, pero seguramente ha habrá mas hechos y peores. Esas personas son basura y fue una pena que esa mujer no denunciara los hechos. Un abrazo. Esas personas que abusan de los niños son basura como tu dices. Un abrazo.
EliminarUffff, es que antes, y ahora también, había muchísimos abusos.
ResponderEliminarMenos mal que la bomba no le hizo daño, jejeje, qué arriesgado operarla igual.
Feliz día.
Si yo creo que todavía hay abusos. ¡Qué ocurrencia tuvo la niña! no quería pasar hambre. Un abrazo.
ResponderEliminarUn relato que indigna, Mamen. ¿Cómo es posible que sucedan cosas así? En este caso el tema no fue más grave, pero podía haberlo sido. Me alegro de que el médico no cobrara ni un euro por la operación, aunque me parece muy poco castigo para su mal proceder.
ResponderEliminar¡Buen relato, compañera!
Un abrazo.
si esa niña y su familia habrían hablado seguramente el prestigioso médico se habría perjudicado porque estaba casado. Y eran otros tiempos. Un abrazo.
Eliminarhola! coincido contigo que ahora salen a la luz, pero cuanto sufrimiento y vergüenza debieron pasar las victimas? tremendos y muchos, que horror, excelente relato! gracias, un abrazobuho.
ResponderEliminarSerá difícil un tema así de contarlo para una niña adolescente. Hoy en día con los medios de comunicación es mas fácil abrirse. Un abrazo.
EliminarQué triste,... sea cierto o no la realidad es que a la luz de los hechos, parece que este tipo de conductas es bastante común. Denuncia y castigo es la única solución.
ResponderEliminarEs un relato verídico y se guarda algunos más que ya os contaré. Un abrazo.
EliminarEn cualquier gremio hay indeseables, la profesión y la formación, no entienden de mala educación y abusos sobre menores.
ResponderEliminarAlfred, siempre hay indeseables y ellos actúan sin impunidad. Un abrazo.
Eliminar