Contar chascarrillos de
lo que ocurre en día a día en el puesto de trabajo puede ser divertido o no
tanto.
Durante mi vida laboral
ocurrió de todo. Trabajé en una residencia de ancianos durante veintitrés años. El
trabajo consistía en cuidarlos en sus necesidades básicas: aseo y alimentación.
Aparte darles comprensión y cariño. Recibí más cariño de lo dado.
Cuando ingresan los
ancianos en la residencia, ya vienen con enfermedades y patologías: algunos
están físicamente bastante bien pero viven solos, entran para tener compañía,
lo peor es la soledad en sus casas. Otros tienen discapacidades y están en
sillas de ruedas, otros tienen enfermedades cognitivas como Alzheimer,
Parkinson etc... Añadidas a las enfermedades de la edad, son más vulnerables.
Durante las horas de trabajo nuestra obligación es volcarnos en su atención
personal, el cuidado de sus aseos y necesidades.
Pero no voy a hacer un
listado de todas las cosas que hacemos durante el periodo laboral día a día
sino, que os voy a contar ciertas cosas que nos pasaron con ellos. Por supuesto
con todo el respeto de guardar su anonimato. Han pasado tantas cosas durante mi
vida laboral, que es imposible acordarme de todas.
Al principio esta
residencia era pública, estaba regida por monjas, los trabajadores éramos
laborales del ayuntamiento. En mis primeros años allí aprendí a cuidarlos. A
pesar de tener mis estudios de Auxiliar de Clínica.
Cuando se entra a
trabajar en una residencia los trabajadores formamos un equipo. Cada una tiene
sus tareas de atención bien definidas, tanto los turnos y las pautas a seguir
cada día. Pero ocurrían tantas cosas que a veces era imposible seguirlas a
rajatabla y no podíamos cumplir los horarios.
El cuidado de los
abuelos es muy humano y quieras o no, nos implicamos mucho. Hace falte tener
vocación y no hay dinero que pague ese esfuerzo.
Y hablando de las
auxiliares que trabajamos con ellos hay de todo: gente muy dulce y cariñosa y
gente más arisca y seca. A lo largo de mis años de trabajo, he tenido a mí
alrededor compañeras que me han hecho sufrir y otras llorar. Las que me han
dado todo su ayuda y compañerismo y las que no.
Como anécdota, un caso
que me acuerdo como si fuera reciente. Al principio hacía sustituciones de
vacaciones y días puntuales. Esto era turno de tarde y acababa de asear a la
última abuela que estaba encamada. Le aseé, le lavé el culete, le puse la crema
pautada y cambié el pañal. Eran cerca de las nueve y con ella terminaba mi
jornada laboral. Por entonces trabajaba dos horas. Hacía una sustitución de una
veterana que se iba a hacer un curso de euskera pagado por la empresa.
Al día siguiente me
vino la monja a reclamar que le había dejado a la abuelita sin lavar y sucia,
cuando no fue así. A quién sustituí le dijo a la monja que se la encontró sin
asear. Por la noche las del turno de noche, cambiaban de pañal a todos los
abuelos que se ensuciaban. Pero la bronca la llevé yo por ser nueva. Al día
siguiente hice a la misma señora y la levé con todo mi cuidado. Pero a
propósito dejé sin recoger el cubo de agua y la esponja sucia después de
lavarla encima de la mesilla. Y por supuesto la monja a la mañana me lo vino a
decir. Yo le dije, que eso demuestra que yo si lavaba a la abuela. Eso pasa por
que algunas veteranas no son tan compañeras y les gusta humillar a las nuevas.
Otros casos pasan
cuando vas a cambiar a un abuelo y este tiene las facultades bien pero, su
mente verde. "Esto fue de traca". Después de asear al abuelo en el
baño, lo acosté. Había que poner un colector para que su orina de la noche,
iría a una bolsa que la recogía. Estaba colocando el colector con todo mi
cuidado para que quedara correcto y no enganchara su vello púbico, cuando
estaba ya bien puesto me dice el abuelo: Sigue, sigue que me está dando
gustito.
Otros mientras les
aseabas, en la cama, sus las manos te tocaban a propósito y si podían te
pellizcaban el culo o te tocaban las tetas con todo disimulo. Otros al tener
sus facultades mal lo hacen sin picardía.
Trabajando de noche te
encuentras situaciones con personas que todavía son autónomas o andan con
andador. Ellos se levantan, van al servicio solos pero es imprevisible que les
pase algo como: Un abuelo que fue al servicio, no le dio tiempo de llegar al
inodoro. No lo encontramos caído en el suelo, nadando en una gran diarrea como
si estuviera en un baño de barro, él intentando poder levantarse, sin poder
llamar al timbre. Estaba embadurnado de cacas y mientras una lo bañaba, la otra
recogía y fregaba el suelo.
Otros momentos es
encontrarte la cama llena de cacas porque la abuela se metía la mano, lo mancha
todo. Son situaciones que no son conscientes de que lo hacen, pero ahí estamos
nosotros para solucionar esas situaciones.
Hay situaciones tan
impactantes como encontrar a un abuelo caído en el suelo, sangrando con una
brecha en la cabeza o la cadera rota.
Los que eran muy
movidos si no los ataban salían a los pasillos deambulaban o entraban en alguna
habitación que no era la suya, sobre todo en las de las mujeres.
En una de las
vigilancias me encontré la cama vacía del abuelo y estaba en el baño en la
ducha con todo el pijama mojado y lo peor aún que se quemaba con el agua
caliente.
Te encontrabas abuelos
que se intentaban bajar de la cama cuando tenían las barreras de protección,
los encontrabas atrapados entre ellas.
Una abuela cuando
echaba un pedo decía: Inquilinos que no pagan renta, salen fuera.
Me jubilé hace dos
años, satisfechas que mi trabajo haya sido provechoso y haya dejado huella
en los corazones de las personas cuidadas.
1000 palabras
Entre personas de edad avanzada, muchas de ellas con problemas mentales, no es extraño encontrarse con situaciones como estas. Y en tales casos, solo una buena profesional como tú sabe salir adelante sin muchos aspavientos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias Josep. me dejé la piel en este trabajo. Peto ahora estoy muy satisfecha. Cuántas anécdotas vividas en 23 años. Un abrazo.
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