Despues del parque Güell, fuimos a ver el Museo Nacional de Arte de Cataluña. Sólo nos centramos en la sala del Románico.
El Palau Nacional, construido para la Exposición Internacional de 1929, es la sede del Museu Nacional d’Art de Catalunya. El Palau Nacional, que casi alcanza los 50.000 m2, es un edificio de grandes proporciones que se adscribe a los modelos del clasicismo académico de la época dentro del ámbito de las exposiciones universales. Su fachada está coronada por una gran cúpula, inspirada en la de San Pedro del Vaticano, dos de menor tamaño, a cada lado y cuatro torres inspiradas en la catedral de Santiago de Compostela.
Está situado en la montaña de Montjuïc, un entorno privilegiado desde el cual se puede disfrutar de una magnífica y única vista de Barcelona. El acceso frontal al Palau Nacional se efectúa a través de una gran escalinata desde la avenida de la Reina María Cristina, flanqueada a medio camino por las grandes fuentes luminosas y monumentales de Carles Buïgas.
El fondo de arte románico, siglos XI-XIII, está integrado por el excepcional conjunto de pinturas murales y un rico fondo de pintura sobre tabla, el más numeroso y antiguo de Europa. También brilla por la orfebrería y por la escultura en piedra y en madera, donde destacan los descendimientos y las majestades.
Un triunfo del color. Los interiores de las iglesias románicas contenían una gran riqueza cromática. La decoración se basaba fundamentalmente en pintura mural y sobre tabla, de la que Cataluña es uno de los territorios más ricos. La presentación de este patrimonio en las salas del museo se inicia con las pinturas de San Juan de Boí, uno de los primeros conjuntos de pintura del románico catalán.
Descubiertos a principios del siglo xx en las iglesias de origen, las pinturas murales estaban escondidas detrás de retablos o debajo de otras capas de pintura. La actividad de recuperación del patrimonio hizo que la Generalitat asumiera las tareas de arrancarlas del muro, traspasarlas a tela y transportarlas. La incorporación al museo de la colección Plandiura, en 1932, y del Legado Espona (catalán), en 1958, enriqueció considerablemente el fondo de arte románico.
Sigue con los conjuntos que reciben la influencia de las pinturas románicas del norte de Italia, como Sant Quirze de Pedret y Sant Pere d’Àger, a finales del siglo xi. Una influencia que alcanza su plenitud en las pinturas del ábside de San Clemente de Taüll, indiscutible obra maestra del siglo xii. A su lado, Santa María de Taüll, el ejemplo más importante de un interior de iglesia románica catalana totalmente pintado que ha llegado hasta nuestros días.
Fijaos en los esquemas con intensas franjas de colores en las que se dividen las pinturas, la simetría de las figuras monumentales, llenas de nobleza y estatismo, las fuertes líneas de los vestidos y la tendencia a la decoración. Unos atributos que también se observan en las pinturas de San Pedro de Arlanza y las de la sala capitular de Sixena, uno de los conjuntos pictóricos más importantes de Europa, ya a finales del siglo XIII.
La pintura sobre tabla es capaz de conservar la fuerza de la pintura mural. Los mejores ejemplos son los frontales del altar, como el de los Apóstoles o de la Seu d’Urgell, Esterri de Cardós, Avià o Cardet. La talla sobre madera ofrece una visión amplia y completa del románico, con obras en diversas tipologías, como la Virgen de Ger, la Majestad Batlló o las tallas del Descendimiento de Erill la Vall.
En la escultura de piedra destacan algunas piezas de Ripoll y un amplio grupo de obras de conjuntos de la ciudad de Barcelona, como los capiteles de mármol del antiguo hospital de San Nicolás. La colección se completa con una importante muestra de esmaltes, mayoritariamente producidos en Limoges, como el Copón de la Cerdanya o el Báculo de Mondoñedo.
El grupo en el mirador del museo. |
Fuentes:El edificio, Romanico,
¡¡Espero que os guste!!
Lindo museo. Te mando un beso. Enamorada de las letras
ResponderEliminarMuchas gracias por visitar mi blog. Un abrazo.
EliminarUna visita obligada, si hay tiempo para ello, claro.
ResponderEliminarUn abrazo.
Le dedicamos un par de horas y esta fue la última visita antes de nuestro regreso. Por supuesto que quedó mucho por visitar, eso lo dejaremos para otra vez. Un abrazo.
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